Orquesta de Córdoba

Tenor César Augusto Gutiérrez

Director Manuel Hernández Silva

Lugar Gran Teatro

Día Jueves 20 de mayo

En la recta final de la temporada, la Orquesta de Córdoba dedicó su concierto del jueves en el Gran Teatro al repertorio lírico; una parte, con la ópera como protagonista y otra, con seleccionadas páginas de nuestra zarzuela. Ciertamente, un programa tan atrayente como poco usual en una temporada de abono. Como poco frecuente es centrar una velada en la participación de un único solista, vocal en este caso, salvo que se tratara de una figura del más alto nivel. Quizás por ello había una gran expectación por conocer, artísticamente hablando, a César Augusto Gutiérrez, destinatario de tan generosa invitación. Y a fuer de ser sinceros, no puede decirse que el tenor colombiano colmara las expectativas puestas en un programa precioso y muy bien confeccionado en torno a la ópera italiana del siglo XIX (con un guiño a la ópera francesa romántica) y el género lírico español por excelencia.

César Augusto Gutiérrez posee lo más importante en un cantante: una buena voz. Es además un intérprete correcto, con fina musicalidad y que se entrega en el escenario. Sin embargo, en algunas de sus interpretaciones (de los belcantistas, por ejemplo) dejó entrever problemas de proyección de la voz y una cierta falta de homogeneidad en la línea vocal, aun siendo muy buenos sus agudos y aceptable la pureza de tono en líneas generales. En el concierto fue de menos a más, siendo el aria de Werther de Massenet donde alcanzó su mejor registro en cuanto a la primera parte se refiere. Muy expresivo y comprometido con el género zarzuelístico, Gutiérrez logró su mejor interpretación justamente en el bis, la popular romanza de La tabernera del puerto , donde logró que al fin el público le aclamase sin las reservas que muchos podrían haber tenido en momentos anteriores.

Por su parte, la Orquesta de Córdoba estuvo muy bien por lo general, salvando ciertas pifias individuales que pudieron deslucir alguna interpretación, como la obertura de El barbero de Sevilla , correcta por demás. Por el contrario, francamente brillante estuvo la formación que lidera Manuel Hernández Silva en la obertura de La forza del destino (con unos metales en estado de gracia) y en el intermedio de La boda de Luis Alonso de Jerónimo Giménez, ambas muy aplaudidas por el público que casi llenó el teatro.