Envueltos en una disputa judicial desde hace dos años, los manuscritos ocultos de Franz Kafka (1883-1924) podrían estar desapareciendo lentamente de la casa de Tel-Aviv donde los custodian las hermanas Hoffe, que heredaron el legado literario del escritor checo. La vivienda ha sido asaltada hasta tres veces en los últimos meses. Nadie parece saber exactamente qué ha desaparecido aunque, según la dueña de la casa, los ladrones se llevaron libros, cartas y partituras de Max Brod, el amigo y albacea del autor de La Metamorfosis .

Kafka apenas publicó en vida. Poco antes de morir de tuberculosis, le pidió a Brod que quemara sus manuscritos para que nunca fueran publicados. Pero su futuro editor, que ordenó sus escritos como quien ordena un rompecabezas, no le hizo caso y en 1939, anticipándose a la invasión nazi, huyó de Praga hacia Tel-Aviv con los papeles de Kafka en la maleta. Brod se estableció en la capital israelí y antes de morir, en 1968, donó a la Universidad de Oxford los manuscritos de América y El castillo . El resto lo legó a su secretaria, Esther Hoffe, en un testamento que ahora es objeto de disputa entre sus dos hijas y la Biblioteca Nacional de Israel.

A lo largo de los años Hoffe fue vendiendo algunos de los tesoros de Kafka. Entre ellos, el manuscrito de El proceso . El resto, desde cartas a cuentos como Un médico rural , lo guardó en su casa de Tel-Aviv, hasta que a su muerte, hace dos años, lo cedió a sus dos hijas.