El cine, en cualquiera de sus facetas, ha sido siempre motivo de inspiración para sus creadores y así se ha podido ver reflejado en bastantes producciones a lo largo de la historia del séptimo arte. Si Federico Fellini se miró al espejo en ´Ocho y medio´ (1963) a través de Mastroianni, François Truffaut también hizo lo propio en ´La noche americana´ (1973) interpretándose a sí mismo junto a su querido Jean Pierre Léaud. Más recientemente, en 1992, Robert Altman satirizó acerca del proceso de gestación fílmico en ´El juego de Hollywood´; Woody Allen conseguía ironizar sobre el mismo tema en ´Un final made in Hollywood´ (2002)...Y ahora, lo último que nos llega, protagonizado por Robert de Niro (en la piel de un productor que las pasa canutas por cuenta propia y ajena, gracias a los caprichosos actores que contrata --con Bruce Willis a la cabeza, rapada y barbuda-- o al excéntrico director politoxicómano que no le hace la vida nada fácil, así como las presiones ejercidas por la ejecutiva del estudio en cuestión (Catherine Keener), que le hacen sentirse como en un sándwich, es lo último de Barry Levinson (el director de ´Rain man´ y ´Cortina de humo´), ´Algo pasa en Hollywood´. El reparto del film lo completan más nombres de esos que suelen ser cabeza de cartel y aquí han aceptado un papel secundario como, entre otros, Sean Penn haciendo de él mismo --bastante comedido y todo un santo al lado de Willis--, Stanley Tucci (el guionista y causante de los ataques de celos del prota), John Turturro (el representante del divo), una estupenda Robin Wright Penn (la ex), la joven crepuscular Kristen Stewar (la hija). Todo un lujo de reparto para un film que cuenta las dos semanas de subidas y bajadas de un productor con una película que tiene que abrir Cannes y con un final que echa a pelear al director con la jefa de la producción, a la vez que comienza el rodaje de la próxima aventura y todo parece que naufragará antes de navegar.