Han tardado treinta años en firmar el acta de defunción de un movimiento caduco, que nació ya muerto. Al fin triunfa la poesía. Ya hubo un primer intento conseguido con el premio a Siles o a Carnero, pero hasta ahora no se entierra un cadáver y se honra a un gran poeta que se atreve a decir "Adiós a la experiencia". Hace 30 años por decirlo te condenaban al silencio y muchos aún sufren esa cadena perpetua, por osados. Rey ha roto el maleficio de la buena poesía.