´CYRANO DE BERGERAC´

Autor: Edmond Rostand.

Adaptación: José Antonio Ortiz.

Producción: Uno Teatro y Ñaque Teatro.

Lugar: Palacio de Viana.

Fecha: 25 y 26 de julio.

El Patio de las Columnas del Palacio de Viana acogió este fin de semana la representación de la obra de Edmond Rostand, Cyrano de Bergerac con la dirección y adaptación de José Antonio Ortiz. El texto original es un drama romántico escrito a finales del XIX y ambientado en la primera mitad del XVII. A la hora de escribir una crónica de lo que hemos podido ver, nos topamos con una serie de consideraciones a las que José A. Ortiz se ha tenido que enfrentar en el trabajo previo al montaje.

La obra de Rostand encierra gran dificultad, tanto de texto como de puesta en escena. Son muchos los personajes que intervienen, y diversos los escenarios por los que se mueven. Llegados a este punto quiero empezar valorando el trabajo de un elemento a veces olvidado o relegado a un segundo lugar: el director. Ortiz resuelve todos los problemas de la puesta en escena con mano firme, modelando todas y cada una de las situaciones con gran acierto, lo que revierte en unos personajes ajustados a la maquinaria de la representación sin concesiones a que diluyan su esencia y su lugar en el conjunto. Ortiz es un director que, a través de lo que le hemos podido ver, consigue dejar su impronta personal en cada uno de sus montajes. Lo que no es fácil.

Podrán llamarme pesado, pero considero que en cualquier puesta en escena la escenografía debe estar al servicio de la obra teatral y por ello, ser lo más sencilla posible. En este Cyrano se cumple esta premisa en el diseño de Miguel Angel Ramos. La pena es que el escenario de Viana no permitió los desplazamientos de los elementos escénicos que debían trasladar al espectador a los distintos espacios en los que se desarrolla la obra. Una lástima.

Ortiz, incorpora en directo a la obra la música al piano del fondo que para esta ocasión ha compuesto, y también interpreta desde el foso, el maestro Alberto de Paz. En cuanto a la interpretación actoral, la compañía raya a gran nivel en esta obra que, insistimos, tiene una gran dificultad. Todos los personajes son perfectamente creíbles, en ningún momento se aprecia en los actores una sobreactuación, muy fácil en este tipo de obras, cada uno se ajusta con precisión a la línea que le corresponde. Hay papeles con un mayor peso, como es el de Federico Vergne que resuelve con facilidad los distintos registros y estados de ánimo de este complejo personaje que es Cyrano sin caer en histrionismos. Pilar Nicolás, Alejandro Bueno y Carlos Baena dan vida a los personajes más ligados al protagonista incorporándolos con esa sencillez que hace cercano al público el drama que se está desarrollando en el escenario. Carlos de Austria, Nieves Palma, Lúa Santos, Belén Benítez y Esteban Jiménez ejercen con un trabajo medido y presencia etérea a veces, de peones sin los que no se puede desarrollar el juego de conjunto, de bisagras interpretativas entre los mencionados y el resto de personajes en los que deben hacer doblete y triplete. Dignos de mención son los momentos plásticos incorporados por Belén Benítez y Esteban Jiménez en los que se reflejan esos estados de ánimo del gran espadachín que fue Cyrano, amén de poeta. En el magnífico coro del duelo inicial, nos pareció que el sonido de los aceros al entrechocarse en la esgrima seguía la música del piano de Alberto de Paz. Enhorabuena.

De nuevo el cartel de no hay entradas, 400 butacas llenas en el interior y más de cien personas que no pudieron acceder al recinto por estar el aforo cubierto. Manifestación real y cierta de que al público le interesa el teatro. En fin, una magnífica representación teatral a cargo de dos compañías cordobesas: Ñaque y Uno Teatro en coproducción, que sinceramente creo se merecen un hueco en la programación del Gran Teatro, como muestra de que aquí, en Córdoba, también existe la profesionalidad.