Ya no sé qué voy a hacer para que me emocione el arte contemporáneo. Mira que lo intento, pero nada, no me sale. Debe ser que me falta sensibilidad, ésa que guía los pasos a los creadores modernos y a los políticos más vanguardistas, capaces de apreciar el arte de toda perfomance , sobre todo, si el autor es "de por ahí". Llámenme cateta, pero confieso que a mí me sacan de Gauguin, Robert Cappa, García Márquez, Rodin o Kar Wai y me pierdo. Aunque esté feo decirlo, nunca sé cuándo la cosa va en serio y cuándo me están tomando el pelo. Me falta criterio.

Menos mal que Córdoba está llena de gente que sabe apreciar el arte en todas sus dimensiones. La nube de Córdoba / Atmósfera , creada por el estudio Darya von Berner frente a la Mezquita con un presupuesto de unos 26.000 euros, fue ayer ejemplo de ello. Una presunta nube de agua pulverizada empapó desde las ocho y pico de la tarde a numerosas personas dispuestas a entregarse con fe ciega al deseo general de convertir Córdoba en capital cultural sea como sea. Como es lógico, las autoridades no quisieron perderse tamaña obra y acudieron masivamente al evento. El delegado de Cultura de la Junta, Joaquín Dobladez; la alcaldesa en funciones, Rosa Candelario; el secretario provincial del PSOE, Juan Pablo Durán, la delegada de Educación, Elena Cortés; la diputada Angelina Costa; la delegada de Justicia, Mercedes Mayo y el presidente del Cabildo, Manuel Pérez Moya se vieron las caras junto al microclima gigante (nube, nube, no llegó a formarse) con el torero Chiquilín; la gerente de la fundación para la capitalidad, Carlota Alvarez-Basso, del Consejo Regulador de la Denominación Montilla Moriles, Manuel López Alejandre o el arquitecto Juan Cuenca.

En derredor, el pueblo llano analizaba la obra a su manera. "¿Esto qué es lo que es?", preguntó una señora. A lo que otro explicó: "Lo han puesto por la calor, para el turismo". Y por qué no. El arte interactivo se explica por sí mismo, pensé. Sobre todo si, como ayer, no había intérprete ni díptico que ilustre a los neófitos. Un poco más allá, un chavalito joven de la tierra le decía a su amiguete: "Nene, deberíamos hacer algo creativo para que nos contraten", a lo que el otro espetó con más naturalidad que cinismo: "¿Para qué?, nosotros somos de Cárdaba ".

...Ya en serio, la nube me encantó. Muy acertado el carácter participativo de la obra y su capacidad para integrar a la ciudadanía en un concepto tan estimulante para los sentidos. Fascinante. Mañana, más.