Niños esperando en la puerta para entrar, extras aguardando su turno, miembros de la productora llevando objetos para el rodaje, capitaneados por una amabilísima María José, y un sinfín de obstáculos a la hora de la grabación, ya que hay que luchar contra campanas, pitidos de coches y gritos desaforados de la gente que pasaba por los alrededores de la Casa de la Cultura. Los extras esperan horas y horas sin sueldo alguno. Todo por amor al cine.