Además de invertir en la restauración de las esculturas que forman parte del mobiliario urbano y artístico cordobés, se debería invertir un poquito en la vigilancia de esas esculturas. Da pena verlas con pintadas, con colillas de cigarrillos o con chicles pegados a las fosas nasales. No se pueden permitir los atentados contra el arte en la calle. Los cordobeses deben mostrar por encima de todo que aman el arte y las autoridades están ahí para cuidar su patrimonio.