El esfuerzo por promover actividades culturales debería dejar de ser algo extraordinario y convertirse en natural, del día a día. La voluntad por el cambio hacia los eventos y la creación de una verdadera industria cultural va en buena línea, pero se desarrolla de forma exageradamente lenta. Esperemos que nuestros políticos salgan en breve en la foto junto a los proyectos de nuevos edificios de equipamientos y anunciando la creación de jornadas, además de iniciativas artísticas y musicales.