´SEIS CLASES DE BAILE EN SEIS SEMANAS´.

Actores: Lola Herrera y Juanjo Artero.

Lugar: Gran Teatro de Córdoba

Día: Viernes, 17 de octubre

Hemos asistido a la representación de la obra teatral Seis clases de baile en seis semanas original de Richard Alfieri, dirigida por Tamzin Townsend e interpretada por Lola Herrera y Juanjo Artero.

En primer lugar debemos decir que para el espectador siempre es una garantía contar entre bambalinas con la presencia de Lola Herrera. Esta actriz de primera línea de la escena española nos ha conmovido con obras del calibre de Cinco horas con Mario o Solas , ella misma nos dice que ya era hora de que se pudiera tomar un descanso para liberarse un poco de la tensión de esas piezas de tanto calado dramático y lo hace incorporándose a esta función de corte amable que compone una comedia con un texto comprensible para el público.

Los personajes son diametralmente opuestos, ella es una mujer rica sin problemas aparentes que llega a este momento de su vida con un pasado conservador, frustrado y frustrante, además de insatisfecho, en el que solo se recuerdan los deseos reprimidos y no realizados. El, 30 años más joven que ella, es un profesor de baile difícil y muchas veces retorcido, por lo que es muy difícil que esa pareja pueda entenderse. En las sesiones de baile dialogan sobre temas de actualidad mostrando esos dos puntos de vista distintos que desaparecerán en el momento de bailar en directo.

La escenografía es realista y algo recargada en función de mostrar el estatus social de la mujer. El texto nos parece flojo o, al menos, se diluye su punto dramático cuando se intenta arrancar la carcajada del espectador de forma excesiva. En el fondo es un texto intrascendente con una acumulación de hechos trágicos que se rompen en el momento de los bailes.

La interpretación de Lola Herrera dota a su personaje de la calidez a la que nos tiene acostumbrados, solo ponerle una pega: o ha variado la acústica del Gran Teatro o Lola está realmente cansada, ya que en algunos momentos se hacía difícil escuchar algunas frases. Juanjo Artero salva con dignidad su papel pero se le nota un tanto desconcertado y no metido del todo en su papel, en ocasiones el lado homosexual de su personaje se hace demasiado patente, estereotipado. Por lo demás, bien.

La utilización de la pantalla gigante en la que durante los entreactos se proyectan números de baile se hace un tanto pesada y solo se entiende en aras de dar tiempo a los personajes para que se cambien de traje, pero también se puede hacer de otras formas.

Lleno total en el Gran Teatro, con un público entregado que aplaudió cada uno de los finales de baile.