XVII FESTIVAL INTERNACIONAL DE MUSICA DE LUCENA

José Luis Estellés (clarinete)

Claudio Martínez Mehner (piano)

Lugar: Centro Municipal Los Santos

Día: Jueves, 16 de agosto

El ciclo de grandes solistas del Festival Internacional de Música de Lucena reunió el pasado jueves a dos intérpretes de primera fila en el actual panorama español: el clarinetista José Luis Estellés y el pianista Claudio Martínez Mehner.

Su actuación fue de principio a fin una lección magistral acerca de lo que significa la música de cámara, en la que la impronta solista de cada intérprete deja paso a una relación dialogística entre iguales. Por lo que no ha de extrañar que, tras los últimos acordes del primer preludio de Gershwin, segundo bis de un extenso programa, el público que acudió al centro municipal Los Santos se resistiera a dar por concluida una velada verdaderamente sensacional, en la que la música no dejó brotar con la naturalidad y frescura que sólo los grandes intérpretes saben imprimir.

DELICIA En efecto, desde el expresionismo de Berg o el romanticismo de Brahms y Schumann, a la música francesa de Debussy y ese Poulenc maravilloso de tantas felices composiciones camerísticas, el recital de José Luis Estellés y Claudio Martínez Mehner fue una auténtica delicia, con la musicalidad de ambos intérpretes siempre en primer plano y ajena en todo momento a vacuos efectos virtuosísticos o concesiones fuera de lugar.

Así, la excelencia mostrada en su versión de las Cuatro piezas op.5 de Alban Berg fue una inequívoca señal de lo que estaba por llegar. Porque si en estas miniaturas dedicadas al maestro Schoenberg, la expresividad había de concentrarse con suma precisión, en el Brahms postrero de la Sonata op.120 nº 2 que siguió a aquéllas, brotó la efusión lírica de unos artistas que, sin preocupaciones técnicas o de control instrumental, se volcaron en toda la grandeza del discurso musical del hamburgués, logrando una versión ciertamente ejemplar.

Como bellísima fue la atmósfera, ahora intimista y vocal, creada con esos cuatro lieder schumannianos que Estellés y Mehner situaron, ya en la segunda parte del recital, entre el aroma inequívocamente francés de la Rapsodia para clarinete y piano de Debussy (en la estela de los Preludios ), y la sonata que Francis Poulenc regaló a la literatura para estos dos instrumentos (y a la memoria del ilustre Honegger); página en la que sentimientos como la melancolía o la nostalgia se rinden finalmente ante el tono animado y divertido (tan característico del músico francés) de la conclusión.

VIRTUOSISMO En suma, pues, un magnífico programa para un espléndido recital, protagonizado por dos solistas tan virtuosos con su instrumento, como convincentes en su comunión musical.