Santos Juliá (Ferrol,1940) ganó ayer el Premio Nacional de Historia 2005 con Historias de las dos Españas , una obra publicada el pasado año y cuya máxima actualidad está en la advertencia que contiene sobre las identidades colectivas fijas, que, dice, "son una invención y están abocadas al enfrentamiento".

"Hoy hemos vuelto a hablar sobre la nación en términos muy esencialistas, de identidades colectivas fijas, y ésta es una trayectoria que alimenta odios y rechazos y que históricamente acaba por llevar al enfrentamiento", señala a Efe Juliá, poco después de conocer el premio.

Historias de las dos Españas (editorial Taurus), libro en el que este catedrático del Departamento de Historia Social y del Pensamiento Político de la UNED ha trabajado durante años, es "una especie de destilación de lo que he venido pensando sobre los intelectuales españoles, desde la Revolución Liberal y la aparición de lo que se llamó el escritor público, como Larra, Espronceda o Blanco White, hasta mitad del siglo XX y la generación del 56, con la que termina". En él, su autor traza un mapa de las sucesivas generaciones de intelectuales, estudiando "sus actitudes políticas, su discurso público y su relato".

Todo ello va fraguando "en una serie de tipos intelectuales, como el intelectual de la protesta -como Unamuno-, el que interpreta su cometido como educador o guía de la masa -Ortega-, el constructor del Estado -Azaña-, el intelectual católico, que quiere el reinado de Cristo en la tierra -tipo al que se ajustarían desde Balmes hasta Menéndez Pelayo o Laín-, el intelectual nacionalista -bien encarnado por Prat de la Riva-, todos los cuales van conformando la espina dorsal del libro".

"Los intelectuales representaron la historia como la escisión entre dos Españas, una escisión que finalmente cerró la generación del 56, la de Ferlosio, Barral, Castellet, Comín y un montón más, en la medida en que todos ellos se presentan como hijos de vencedores y vencidos, liquidando ese relato y manifestando su interés, ya no por la identidad nacional, sino por la democracia", señala a Efe .

Para Juliá, si su libro puede hoy llamar la atención sobre algo de interés general es sobre el peligro de las identidades entendidas en términos muy esencialistas. "Uno puede tener una identidad colectiva, pero eso no define todo el ser, en el que son posibles mezclas de diferentes identidades", afirma el historiador premiado, autor también de Un siglo de España o El aprendizaje de la libertad .