La definición más escueta y exacta de Sin City es que se trata de la película que mejor ha sabido trasladar un cómic al cine. Robert Rodríguez se ha lucido al servir en imágenes los libros de dibujos de Frank Miller, uno de los grandes del cómic estadounidense. Sin City , proyectada ayer en la competición de Cannes, presenta todos los tópicos de las historias de gánsteres y los lleva al límite. Con todas sus consecuencias; una de ellas, que la abigarrada y larga cinta pueda incomodar a ciertos espectadores que no comulgan con las viñetas de acción violenta ni con las películas que tienen una sobrecarga de disparos, golpes brutales y sangre.

En cualquier caso, lo que no se le puede negar a Rodríguez es el exquisito tratamiento visual que le ha dado a Sin City , sin duda el mejor filme que ha hecho desde su debut con El mariachi , cuando era un paria del celuloide y aún no se había enriquecido con sus dos continuaciones y con la serie infantil Spy kids .

Hombres duros, unos honestos y los otros exageradamente villanos, bellas y fatales mujeres y un entorno de traiciones, venganzas y corrupción. Este es el universo creado en el papel por Miller y que Rodríguez ha llevado al cine con gran fidelidad.

Capítulo aparte merece el amplio reparto: Bruce Willis, Benicio del Toro, Clive Owen, la seductora Jessica Alba y Elijah Wood, que en contraste con el bondadoso Frodo de El señor de los anillos se convierte en el más odioso de los personajes. En un papel principal también está un irreconocible Mickey Rourke (actúa con una mascarilla), dando vida a un personaje que parece una mezcla de Terminator y La Masa y que puede revitalizar su maltrecha carrera.

Tras bromear sobre la presencia de su amiga Salma Hayek en el jurado -"espero que no me discrimine"-, Robert Rodríguez admitió: "Es una película experimental, nueva, diferente a todo lo que había hecho. El libro de Miller es muy estilizado. No se trataba de imitarlo sino de ponerlo en otro contexto. En realidad este cómic era en sí un filme dibujado en papel".

A su lado, Frank Miller asentía satisfecho y se mostraba orgulloso de la película, en la que figura como codirector. No obstante, en los títulos de crédito Rodríguez se define como el responsable de la filmación y el montaje.

También estaba Mickey Rourke, con su cara hinchada por los golpes y la cirugía. Nada que ver con el galán de Siete semanas y media .