LUGAR DE NACIMIENTO HUELVA.

EDAD 43 AÑOS.

CARGO PROFESOR DE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE CORDOBA.

TRAYECTORIA HA PUBLICADO YA TRES LIBROS Y ES UN ESPECIALISTA EN EL QUIJOTE, POR EL QUE HA REALIZADO NUMEROSAS CONFERENCIAS EN TODO EL TERRITORIO NACIONAL.

Manuel Peña Díaz es coautor del libro Pícaros y homosexuales en la España moderna (Ediciones Debolsillo), título recién publicado con el que se busca sacar del anonimato a personajes que aunque no salen en los libros de historia, la escriben con letras de oro.

-¿El libro pretende sacar de la oscuridad a los pícaros y homosexuales de la historia de España?

-El libro forma parte de una serie que son los olvidados de la historia de España, idea de Ricardo García Cárcel, y nosotros hemos tenido una libertad absoluta el esquema. No hemos querido darle un enfoque global de pícaros y homosexuales o Brujas y enanos , primer título de la serie, sino rescatar del olvido a personajes concretos, formalizando el retorno del sujeto en la historia. En lo últimos años hemos aprendido que donde huele a carne humana ahí esta la historia separándonos así del antiguo estudio de la historia dura . Este libro contiene biografías articuladas sobre un tipo social marginal, que han sido ninguneados, marginados y olvidados.

-La figura del pícaro siempre ha sido emblema de la historia de España, ¿cuál es su localización espacial?

-En este trabajo hemos creído conveniente la recuperación de esta plural realidad social, que no es solamente nobleza y clero, para tener una visión exacta de España. Los pícaros son producto de una reconversión obligada en asalariados de pobres. Están en la pobreza y quieren salir de ella y para esto utilizan su trabajo para sacar de donde no hay, engañando. El robo forma parte de su trabajo. El pícaro se hace con las circunstancias y, muchas otras veces, lo hacen.

-¿Se utilizaba en aquella época el término homosexual?

-No. El concepto homosexual no existía, es actual y anacrónico, si lo aplicamos al pasado. Antaño había gente que practicaba sexo con personas de su mismo sexo. Se calificaba por lo negativo: pecado nefando, sodomita. La sociedad del Antiguo Régimen era incapaz de distinguir lo religioso de lo profano. Pero, por otro lado, pícaro sí es un concepto del pasado, que ahora tendríamos dificultad en buscarle acomodo. No hay ningún género literario en Europa como la picaresca de España porque a la gente de aquel momento le interesaba ver y que se recreara parte de la realidad de la época.

-¿Es cierta la afirmación de que la historia está escrita en gran manera por la población anónima?

-El 80 por ciento de la población del Antiguo Régimen estaba compuesta por el campesinado, y es el grupo de quien menos sabemos. Realmente han estado marginados en la construcción de la historia, siendo protagonistas de la realidad de los hechos. Por ejemplo es imposible comprender la historia de la Corte de los Austrias sin los bufones y los enanos que decían auténticos disparates porque era necesaria la transgresión para seguir viviendo y ellos eran los únicos a los que se les permitía en muchas ocasiones saltarse las reglas.

-Sobre el Quijote, ¿cuándo se supo de la verdadera importancia de la obra?

-El extraordinario éxito del Quijote comienza fuera de España y después se empiezan a hacer reediciones y a revalorizarse más en el siglo XVIII, pero estamos hablando de un caso excepcional. Con respecto al tema de los grandes olvidados, a nadie se le ocurre decir ahora que un libro clave en la literatura del Siglo de Oro fue El reloj del príncipe , de Antonio de Guevara. Pero éste fue el más vendido a mediados del siglo XVI y sin embargo no ha significado de cara a la posteridad. Fue El código Da Vinci de la época. Los dos sin ser una obra incluida en los cánones de una gran obra literaria, representan en su tiempo un auténtico fenómeno social. Por eso pienso que la crítica no debe construir la realidad, de la misma forma que un libro no lo hace un autor, sino los lectores, con su percepción del libro.