Stanley Jordan, uno de los guitarristas de jazz más extraordinarios de la historia, actuó anoche en el Patio Barroco de la Diputación y volvió a impresionar a su auditorio tanto por su virtuosismo como por su forma de tocar el instrumento como si fuera un teclado.

No es la primera vez que el público de Córdoba tiene la oportunidad de escuchar y de ver en directo al músico norteamericano, puesto que ya ha actuado en los festivales de la guitarra de 1992, 1995 y en la pasada edición. Sus actuaciones en el festival han recibido diferentes críticas y distintos escenarios.

El recital que disfrutó y disfrutamos todos allá por 1992 en el Teatro de la Axerquía fue, para muchos, un alarde de técnica, de improvisación y de originalidad.

Mientras que el de la pasada edición, en el Alcázar, no resultó tan sorprendente, quizá porque el público de Córdoba ya conoce que es capaz de asegurarse su propio acompañamiento y dar la impresión de que están tocando varios guitarristas juntos.

Su técnica, revolucionaria, consiste en hacer sonar las cuerdas de una forma singular: no hace la tradicional pisada de los dedos de la mano izquierda y la consiguiente pulsación de los de la mano derecha, sino que martillea ligera e indistintamente con las yemas de los dedos de ambas manos con un estilo parecido al de un pianista al tocar las teclas. Tal vez sea casualidad, pero Stanley Jordan estudió piano clásico desde los seis hasta los once años.

Stanley Jordan imparte hasta hoy un curso sobre introducción a la improvisación, técnicas e innovación, pensamientos y observaciones de musicoterapia en el Palacio de Congresos. Las clases de este impresionante intérprete comenzaron el pasado lunes.