OCEANOS DE FUEGO

T.O.: Hidalgo.

Dirección: Joe Johnston.

Intérpretes: Viggo Mortensen, Omar Sharif, Zuleikha Robinson, Louise Lombard, Adam Alexi-Malle.

Nacionalidad: USA

Año: 2004.

Duración: 137 minutos.

Salas de proyección: Multicines Alcázar, Multicines La Sierra, Multicines Arcángel, Multicines Guadalquivir.

Aunque ambas están dirigidas, interpretadas y escritas por distintas personas, parece que El último samurái y Océanos de fuego (con sus diferencias paisajísticas y sus distantes peripecias) hayan sido urdidas en la misma fábrica del entretenimiento hollywoodiense.

Ambas transcurren en un mismo periodo histórico: la posguerra civil norteamericana. En las dos hay una masacre de indios de la que los protagonistas principales son testigos y de la que se sienten, en cierta medida, responsables, circunstancia que por otra parte les hace vivir presos de las pesadillas, los remordimientos de conciencia y el alcohol. A su manera, los dos son héroes caídos que trabajan, peor que mejor, en el fabuloso mundo del espectáculo circense en el que se remeda patéticamente las hazañas de los asesinos de indios. La tentación liberadora les llega de un extraño y lejano país. En el caso de Tom Cruise (el capitán Nathan de El último samurái ), del Japón aperturista y guerrero, y en el de Viggo Mortensen (el Frank T. Hopkins de Océanos de fuego ), de las ardientes arenas de los desiertos de Arabia. Tanto uno como otro parten en barco de los EEUU para aceptar un reto que al final cambiará sus vidas. Como debe ser, después de su largo viaje en pos de sí mismos, los héroes quedan definitivamente transformados. Así pues, estas dos películas recientes, de resultados bien distintos, poseen demasiadas características comunes, aunque en mi modesta opinión, el samurái de Cruise gana por algunos enteros al jinete de Mortensen.

El director de Océanos de fuego es Joe Johnston, responsable de éxitos como Cariño, he encogido a los niños o Jumanji , lo que puede dar una idea de qué puede encontrar uno en esta película de aventuras clásicas a caballo entre las praderas del oeste y el mar de arena del desierto: una película con una buena factura, hermosas fotografías paisajísticas, algunos efectos especiales (menos que en las anteriores, es cierto), una historia resultona y entretenida, y buenas dosis de moral yanki.

Pudiera verse como un cruce entre Indiana Jones (lo siento por el rey de la Tierra Media, pero su cara de palo y su absoluta inexpresividad no son comparables con la soltura, la simpatía irónica y el romanticismo que desprende la figura de Harrison Ford), La carrera del siglo y los dibujos animados de extravagantes personajes en sus locos cacharros, con toques de las películas de aventuras en el desierto, tipo La momia (la posmoderna) y si no fuera una osadía, también con Lawrence de Arabia . No faltan en ella, como debe ser, las típicas y tópicas zancadillas al adversario (siempre al americano), las ayudas en los tragos amargos (siempre por parte del americano), la heroicidad (del americano) y la atracción que despierta entre las dos únicas mujeres de la función (el hombre blanco americano).

CURIOSO Es cuando menos curioso que en los tiempos que corren, el héroe de Océanos de fuego a lomos de su caballo mesteño Hidalgo, derrote a los purasangre árabes en su propio terreno no sin antes mostrarles las maravillas de su mundo (ejemplificadas aquí en las leyendas del oeste o en el colt de Hopkins), su gran corazón, valor y coraje. Metáfora si se quiere de los más recientes acontecimientos históricos (entiéndase guerra de Irak), cuyo mensaje último pudiera ser que el evolucionado amigo americano es superior al viejo enemigo musulmán, pero que siempre estará dispuesto a tenderle una mano para ayudarle, ya que para el guionista de Océanos de fuego los árabes son unos desalmados o un poco tontorrones. Pero bueno, al fin y al cabo sólo es una película de aventuras, y los muertos son de mentira.