Cat Stevens, uno de los grandes compositores de música pop de la década de los 70, sorprendió a propios y extraños al aceptar el consejo de su hermano David --el mismo que le llevó un libro de El Corán de regalo tras su viaje a Israel en 1973-- de venir a Córdoba para hablar de su último disco recopilatorio, The very best of Cat Stevens, que sale a la venta en España el próximo lunes día 26, e incluye un DVD.

Yusuf Islam, nombre que adoptó el cantante tras su conversión a la religión islámica en diciembre de 1977, viajó desde Londres en avión y sin detenerse en Madrid puso rumbo a Córdoba en AVE. De la estación al hotel, donde le esperaba un muy reducido grupo de informadores --que tuvieron que esperar a que realizase la oración ritual del salat del crepúsculo--, a los que comunicó el compositor musulmán su intención de retomar las buenas relaciones con los medios de comunicación occidentales, que reconocieron su talento tras sus fulgurantes éxitos de la década de los 70, y que a partir de 1989 le tacharon de integrista islámico tras apoyar la sentencia de muerte que dictó el Ayatolla Jomeini contra Salman Rusdhie, autor de Versos satánicos .

NUEVA ETAPA Al margen del márketin propio de la presentación en España de un nuevo disco, que recordará los mejores éxitos del mítico cantautor, la elección de Córdoba y el misterio de esta repentina visita tiene mucho que ver, sin duda, con el pulso espiritual del autor de Moon Shadow , que parece haber entrado en una nueva etapa de su experiencia interior que pasa por una especie de reconciliación con Occidente.

Los casi 20 temas de The very best of Cat Stevens , que se engancharán a la memoria de los muchos seguidores que no han olvidado las filigranas acústicas de Buddha and the chocolate box (1974), parecen diseñados para abrir la puerta, también, a las generaciones futuras, llamadas al mestizaje de los ritmos y de los contenidos, y tal vez signifiquen el último puente que Yusuf Islam tiende a Cat Stevens, dos biografías completamente distintas que a partir de ahora podrían dejar de ser antagónicas, y el nuevo puente que ambos lanzan a Occidente, tan adulador de prodigios como despiadado con los errores ajenos.

El cantante, que estuvo en todo momento acompañado de su hijo Muhammad Islam, de 18 años, con el que paseó por la Mezquita durante la tarde, insistió ante los periodistas que está decidido a romper el aislamiento al que le ha sometido la prensa occidental desde su conversión al Islam. Su elección de Córdoba, por tanto, debe interpretarse bajo esta clave simbólica, pues no en vano en esta ciudad intentaron convivir en paz las tres religiones abrahámicas.