Como otras grandes de su generación, la musa de Woody Allen se enfrenta al habitual desprecio de Hollywood por las mujeres que han perdido el tres como primer número al escribir su edad. Pero Diane Keaton tiene demasiado qué hacer para perder el tiempo lamentándose. Tras firmar como productora la inquietante Elephant , de Gus Van Sant, Keaton vuelve a la pantalla estadounidense con Something´s gotta give (a España llega en febrero), una comedia romántica dirigida por Nancy Meyers en la que un hombre maduro (Jack Nicholson) y uno joven (Keanu Reeves) se disputan su corazón. Lo que sucede deja un regusto dulzón. La clave, para Keaton, es que al menos deja sabor.

Meyers escribió a Erica para usted. ¿Qué hay de usted en el guión?

--Me identifico con el tipo de humor que tiene, con su uso del lenguaje de comedia romántica clásica en el que pone a la gente a hablar y hablar y hablar. Yo crecí con Woody Allen y era la misma idea: no hacía otra cosa más que hablar.

¿Cómo es Diane Keaton?

--Me muevo mucho, respondo a las cosas que me emocionan. Tengo una cantidad enorme de energía, no me canso, me puedes dar todo el trabajo que quieras que lo haré. Esa es la parte de mi personalidad que se adapta con este personaje.

Erica se queda con uno de los dos hombres y Meyers ha escrito que es un final "esperanzador". La pareja, la familia feliz, ¿Es la esperanza para una mujer de mediana edad?

--Probablemente, no es lo que pasaría en realidad (ríe). Desde luego, no es lo que me ha pasado a mí en la vida. Pero creo que Meyers lo ha hecho para darle a la audiencia lo que quiere y también por seguir la tradición de las comedias románticas: ese tipo de final feliz es lo que se esperaba de ellas y lo que daban.

¿Siente que a veces las mujeres tras la cámara pueden ser más machistas que algunos hombres?

--Depende de la mujer. No creo que lo hagan, por ejemplo, Jane Campion o Sofia Coppola. Lo que pasa es que Nancy ama esta idea de romance. En América crecimos con el ideal de que eso era la felicidad: una familia feliz, una vida perfecta, los hijos, una relación plena con tu marido. No te lo puedes quitar de encima si creciste con ello.

¿No es peligroso seguir reproduciendo esa imagen, especialmente cuando desde las más altas instancias políticas de EEUU se insiste en una visión sagrada de la familia, alejada de la realidad social?

--Las expectativas de esta película tienen que ver más con la edad y por lo menos tratamos un tema que no se suele tocar. El final tiene una espesa capa de azúcar, pero creo que más importante es que dos personas mayores se enamoren. Vivimos en una cultura donde más que nunca hay una frenética desesperación por mantenerse joven. Yo nunca me hice un lifting, Jack Nicholson nunca se hizo un lifting, y ahí estamos, y eso, para una película estadounidense, es en sí mismo lo suficientemente inusual como para ser sorprendente. Que sea lo que es, capa de azúcar incluida; yo se lo perdono.

¿Cómo lidia con la escasez de papeles en Hollywood?

--No debo permitir que eso me amargue. Simplemente tengo que arreglármelas con las oportunidades que aparezcan en mi camino y no hundirme a base de constantes quejas. El lamento es algo que no me va a ayudar, ni a mí, ni a otras mujeres. Simplemente, quejarse de la falta de papeles no ayuda a nadie y el único sistema que tenemos las mujeres para hacer más películas es coger todas las oportunidades que se presenten y celebrarlas tanto como sea posible e intentar promover más.

¿Participará en más proyectos parecidos a ´Elephant´?

--Como actriz no hay mucha oferta para mí en ese sentido. Pero insisto en la idea de aprovechar las oportunidades: nací en la comedia romántica, es lo que hizo que mi vida se llenara de oportunidades, y estoy orgullosa de ser aún una actriz de comedia romántica e interpretar a una mujer madura enamorada.

¿Es caro ser una buena actriz?

--Es caro emocionalmente. Toda tu vida has sido aplaudida por mostrar tus sentimientos, pero en la vida real tienes que rebajar esa exposición. Ser famosa es peligroso y hay que tener cuidado. Por eso hay que mirarse cada minuto y saber adónde se va. Este camino está plagado de acantilados enormes.