EL MILAGRO DE ANNA SULLIVAN

Dirección: Rafael Calatayud.

Actores: Gemma Miralles, Mireia Sobrevela, Amparo Ferrer Bágena, Martín Cases Vidal, Teresa Soria, Vicente Pastor, Pepa Gómez.

Escenografía: Carlos Montesinos.

Vestuario: Rocío Cabello.

Iluminación: Víctor Antón.

Peluquería y maquillaje: Kuky Jiménez y Amparo Sánchez.

La compañía La pavana ha ofrecido una adaptación escénica de El milagro de Anna Sullivan , obra original de William Gibson en versión teatral de Rodolf Sirera. Hay una versión cinematográfica de Arthur Penn de los años sesenta a la que la representación que nos ocupa evoca en varios aspectos. La referencia cinematográfica se hace explícita en este montaje mediante proyecciones de cine integradas en la acción, dando un resultado mixto entre cine y teatro, con predominio de este último. Hay posiblemente más proximidad de la cuenta a la estética de la película, especialmente en el vestuario, las caracterizaciones, lo cual resta originalidad al montaje. Por otro parte, la escenografía, de Carlos Montesinos, aunque tendiendo a la funcionalidad, tiene cierto exceso de concreción en cuanto a la plasmación de los detalles del ámbito doméstico, puertas, ventanas, paredes, etc. que empequeñece el espacio. Sin embargo, en la representación predominan los valores positivos. Todos los actores hacen una gran interpretación, muy concentrada y llena de comunicación entre sus respectivos personajes, a los que trazan con sinceridad y verdad. La dirección escénica de Rafael Calatayud, ha mezclado con habilidad la imagen proyectada, la del cine, y la corpórea, propia esta del teatro, aunque es posible que alguna transición entre pantalla y escena se prolonguen algo más de lo conveniente. La obra en sí se presta a que pueda caer en la sensiblería del melodrama. Pero ello no ocurre, pues se ha concebido y dirigido el espectáculo con austeridad y verdad.

Es un espectáculo difícil, una propuesta que no encaja con las modas deshumanizadas imperantes, llenas de banalidad, superficialidad o snobismo. Uno de los valores de la propuesta es la aparente sencillez con que una historia compleja, basada en la incomunicación de la niña protagonista, se plasma en el escenario.

No hubo mucho público en el teatro, lamentablemente, porque el espectáculo merecía más audiencia. Sin embargo el público estuvo con un silencio y una escucha poco habituales, como prendidos de la asombrosa historia de El milagro de Anna Sullivan , un milagro fruto de la tenacidad y el esfuerzo personal.