Los diarios de Victor Klemperer, una descripción minuciosa del cotidiano terror nazi, se ha publicado en España ocho años después de su aparición en Alemania y de ser traducidos a una docena de lenguas. La obra, Quiero dar testimonio hasta el final (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), dos tomos de esmerada edición con traducción de Carmen Gauger, fue presentada ayer en Barcelona por Walter Nowojski, el hombre que logró salvar del olvido este excepcional documento.

Durante 13 años, entre 1933 y 1945, Klemperer (1881-1969), judío, profesor de lenguas románicas, noveno hijo de un rabino, trasladó al papel hechos, humillaciones y nombres de víctimas y verdugos de la Alemania de Hitler.

Profesor en la Escuela Superior Técnica de Dresde, fue despedido de su trabajo y obligado a abandonar su hogar. El estar casado con una no judía, Eva Schelemmer, pianista, le salvó la vida, pero no evitó su traslado a una judenhaus, casa donde se hacinaban familias de su misma condición, ni los trabajos forzados, ni la prohibición de entrar en las bibliotecas, ni ser estigmatizado con la estrella con la que los nazis identificaban a los judíos.

UN ACTO DE SUPERVIVENCIA

Kemplerer, acostumbrado desde joven a escribir diarios, no perdió ese hábito durante el nazismo, quizá en un acto de supervivencia. Eva, la esposa, entregaba los originales a una amiga que los conservó hasta que acabó la guerra. Nowojski recordó ayer que la información que contenían los diarios implicaba graves peligros para muchas personas.

A partir de 1945, Klemperer volvió a sus clases en la universidad de Dresde, pero la nueva situación política de la República Democrática Alemana desaconsejaba editar lo escrito durante la guerra.

"Había comentarios que podían relacionarse con el régimen comunista", comenta Nowojski. No obstante, parte del contenido de los diarios sirvió para publicar Lingua tertii imperii (La lengua del Tercer Reich) , un estudio sobre el lenguaje usado por los nazis.

Klemperer murió en 1960 y su segunda esposa --Eva había muerto-- depositó los originales en la biblioteca de Dresde. Nowojski tuvo conocimiento de los textos en 1978, y de inmediato apreció el valor de su contenido. Trabajó durante años en la transcripción --"más que letras Klemperer escribía garras"-- y en 1995, con Alemania ya reunificada, una editorial de la antigua RDA, Aufbau Verlag, sacó a la venta apenas 2.000 ejemplares.