El descubrimiento del cielo, el segundo filme dirigido por el actor holandés Jeroen Krabbé, está basado en una novela de un compatriota suyo, Harry Mulisch. La trama, ambientada en la segunda mitad del siglo XX, parte de una ambiciosa premisa: Dios quiere recuperar los Diez Mandamientos y para ello su corte de ángeles debe crear a un humano capaz de emprender tal cruzada. La obra mezcla romanticismo, aventuras y suspense y plantea si la vida está pactada por el destino. Sin embargo, el filme llega a las salas españolas con dos años de retraso.

La producción fue compleja porque la acción transcurre por Israel, Italia, Holanda y Cuba, pero al igual que Muere otro día , de James Bond, las escenas de la isla caribeña se rodaron en el sur de España. Krabbé considera que lo más complicado fue el rodaje en Israel. El equipo llegó justo antes de que comenzara la intifada."Sólo conseguimos permiso para filmar un documental. Eso significaba que no podían salir actores, por lo que tuvimos que camuflarlos entre los turistas", cuenta el director que debutó detrás de la cámara con Corazones enfrentados , donde contó con Isabella Rossellini y Marianne Sägebrecht. En esta ocasión, el reparto es coral, pero destacan, tres protagonistas. Dos hombres, Stephen Fry y Greg Wise, y una mujer, Flora Montgomery. En la segunda parte, surge Quinten, personaje que de joven encarna Neil Newbon. El es el héroe que debe resolver las peticiones del cielo. Y Krabbé se reserva el papel del arcángel Gabriel, el mensajero de Dios. "Es un guiño. Yo manejo los hilos detrás de la cámara y el que controla todo lo que sucede es este personaje", explica el actor.

Jeroen Krabbé es popular por haber interpretado a secundarios malvados, como su personaje de El fugitivo , y reconocido por haber trabajado con Paul Verhoeven en Eric, oficial de la reina y en El cuarto hombre . El actor asegura que no tiene claro su destino en el cine, que prefiere centrarse en su faceta de pintor. Para él, hacer una película significa un esfuerzo enorme. "Es un acto suicida porque matas las relaciones que tienes con los que quieres. Implica tres años fuera del circuito de la vida y hay pocas historias que valga la pena contar a ese precio". Como actor tampoco lo tiene claro: "Desde que soy director me resulta difícil ser dirigido por otros cineastas".