Hace algunos años, Radiohead era un grupo de pop. Tras dos discos de corte experimental que han dividido a la opinión pública, los de Oxford lanzan hoy en todo el mundo Hail to the thief , un trabajo que hace dos meses que circula en internet debido a un llamativo caso de espionaje discográfico. Lo curioso es que el incidente ha acabado jugando en parte a su favor, ya que reafirma las teorías apocalípticas de Radiohead sobre un mundo caótico e incontrolado que, pese a todo, "arroja rayos de luz", según considera uno de sus miembros, el bajista Colin Greenwood.

"Lo que ocurrió con el disco era inevitable. Vivimos en un mundo en el que hay cosas que se escapan al control. A los gobiernos les interesaría restringir el uso de internet, pero de momento no es posible. Estamos inmersos en un cierto caos y eso no está mal del todo", explica Greenwood, que sin embargo prefiere hablar de las tonalidades sonoras de Hail to the thief , un trabajo que es, conscientemente, todo un monumento a la contradicción: refleja el desorden, pero quiere ser positivo; es "más inmediato que los dos anteriores", pero no renuncia a la exploración de ritmos, armonías y texturas según cánones poco radioformulables.

"DISCO MUY COLORISTA"

"Creo que es un disco muy colorista. Con un lado soleado, pero también con dudas. Refleja el mundo en el que vivimos; con problemas, pero brillante pese a todo. El diseño de la portada y el interior del compacto reproduce ese espectro de colores y al mismo tiempo toda esa sobrecarga de información", explica Greenwood. Y todo ello sitúa a la banda en una dimensión lejana a la que le vio nacer. ¿Quién se acuerda de que, hace 10 años, Radiohead caminaba en paralelo al embrionario brit-pop con Creep , un clásico archivado ya en su período púber? "Nos gusta la idea de reinventarnos y reconstruirnos. La repetición en la vida es aburrida", sostiene Greenwood, que se confiesa admirador del UK garage de The Streets y de la exploración electrónica de Four Tet .