El Bulevar del Libro rezumaba ayer líneas, hechas palabras, de buena literatura --andaluza para más señas-- y registraba un trasiego de amantes de este arte acorde con el nivel de la figura invitada al recinto: Salvador Compán. Y con él, las claves que ayudan a desnudar su nueva novela, Tras la mirada , en la que el deseo y la crítica son los ingredientes fundamentales que fijan la esencia de su última obra. "Es una historia sobre deseo", apuntaba el catedrático de Lengua y Literatura del Instituto San Isidoro de Sevilla durante su firma de libros, a la que acudió bastante público pese a las altas temperaturas alcanzadas por segundo día consecutivo.

El propio título, según Compán, ya nos guía hacia ese deseo que preside el texto pues --continuó el literato-- "la obra comienza cuando el protagonista observa la espalda de una mujer y siente el deseo irrefrenable de saber quién es". Asimismo, la novela juega continuamente en su trama con la intriga, un elemento recurrente en toda la trayectoria literaria del ubetense.

Tras la mirada está escrita en primera persona y cuenta con personajes que soportan, cada uno, una idea dialéctica --no pura--, creando su trasfondo dialéctico y formativo. "Todos son necesarios", sentenció el escritor.

"DIALOGO" CON CORDOBA

La ciudad califal, que también es la de su mujer, ha tenido siempre un peso específico en la vida del autor desde que, como manifestó Compán, su familia le remitiese una postal desde aquí con la estampa de la Mezquita. Las afinidades sentimentales y "el diálogo" constante han brotado desde entonces entre Córdoba y el escritor. No obstante, en su producción apenas había referencias a esta urbe --tan sólo en su primera novela, El Guadalquivir no llega hasta el mar , de 1990-- pero que ha suplido con creces en esta última publicación.

Mientras la prosa de Tras la mirada zambulle al lector en la historia de un publicista que llega a Córdoba a rodar un anuncio en el que se utiliza la imagen de Góngora para vender patatas, además de entrelazarla con otra de amor y las relaciones entre los diferentes personajes, Salvador Compán ubica las escenas en el decorado de esta ciudad, rodeando el texto de un aroma "imprevisible, laberíntico, sorpresivo en cada rincón, tal y como es Córdoba", explicó el autor del libro.

La crítica patene se vierte, pues, sobre la publicidad con la que Compán mantiene "una relación de amor-odio", debido al reconocimiento de sus cualidades como arte y al desazón del origen monetario que la mueve. Además, existe en el libro, en el que declara observar su prosa más depurada que antes, una reflexión lateral sobre las "ciudades para consumir", una tendencia que, según el profesor, se está adueñando de muchos núcleos urbanos a través de la publicidad y también "amenaza a Córdoba".