La triunfadora fue inequívoca. El mensaje, claro. Aunque Bruce Springsteen se llevó tres premios, a quien coronaron los Grammy el domingo por la noche fue a Norah Jones, una joven de 23 años que hace sólo un par de años se tenía que ganar la vida cantando en pequeños bares de Nueva York.

Con los reconocimientos a Come away with me como disco del año y mejor disco de pop; a la canción Don´t know why como grabación e interpretación de pop femenina, y con la hija del maestro de la cítara Ravi Shankar convertida en artista revelación, la Recording Academy gritó desde el Madison Square Garden que, quizá, la época dorada de las megaestrellas adolescentes superproducidas en los estudios de grabación está perdiendo su brillo.

Jones estaba emocionada con su pleno: cinco premios de otras tantas candidaturas y tres galardones más para un disco multigéneros que es imposible etiquetar y al que los músicos aportaron su trabajo al estilo clásico: juntos y en directo. "Nunca pensé que la música que hacía fuera popular", decía asombrada, aunque el disco ha vendido ya seis millones de unidades en el mundo.

No fue menor el asombro cuando, tras la interpretación en directo de Springsteen de su The rising y con el auditorio gritando "Bruce, Bruce, Bruce", el premio a mejor canción fue para Jesse Harris, el autor de Don´t know why . El Boss se llevó los grammys a mejor disco de rock, mejor intérprete vocal de rock y mejor canción de rock, pero, en cierta forma, fue un éxito menor.

HOMENAJE A JOE STRUMMER

Sin embargo, Springsteen --al que Dustin Hoffman llamó "Springstreet" provocando la mofa posterior de Robin Williams-- fue una de las estrellas de la noche. Sobre todo porque la Academia --famosa por la pesadez y el conservadurismo de sus galas-- intentó convertir su 45 entrega de premios en una fiesta de música. Lo lograron. A medias.

En la retransmisión televisiva sólo se pudieron ver las entregas de premios en 10 de las 104 categorías. Y el espacio ganado a la entrega de galardones en categorías poco comerciales se dedicó a los números musicales, afectados por un sonido mediocre.

Antes de que Springsteen, Elvis Costello, el líder de los Foo Fighters y el guitarrista de No Doubt encendieran el Madison con su homenaje al fallecido Joe Strummer, de The Clash , Paul Simon y Art Garfunkel, en la primera actuación de la velada, decidieron hacer una declaración política en una ceremonia que fue menos antibélica de lo anticipado. No fue casual que para su primera actuación juntos desde 1993 y cuando recibían un premio a su carrera escogieran The sound of silence .

Eminem, reconocido por tercer año consecutivo por el mejor disco de rap, acabó la interpretación de su enérgico Lose yourself con un grito de "paz", mientras Sheryl Crow --premiada como mejor rockera-- lucía el símbolo de la paz y un claro "No a la guerra" en la cinta de su guitarra. Las palabras pacifistas salieron también de la boca de Bonnie Raitt --"construyamos algo de paz"-- y de Fred Durst, de Limp Bizkit, que se saltó el guión para afirmar: "Sólo espero que todos estemos de acuerdo en que esta guerra debe desaparecer lo antes posible".