Moulin Rouge fue todo un soplo de aire fresco para aquellos que amaron el musical de Hollywood. La película de Baz Lurhmann que reafirmó a Nicole Kidman como gran estrella también demostró que el que fuera entretenimiento cinematográfico por excelencia no ha muerto, aunque el barbecho creativo en el que ha permanecido el género durante los últimos 20 años --desde la magnífica Dinero caído del cielo (Herbert Ross, 1981)-- así pudiera sugerirlo.

Al éxito reciente de Moulin Rouge cabe atribuir las titánicas dimensiones del fenómeno Chicago , adaptación a la pantalla grande del montaje teatral que el gran Bob Fosse, John Kander y Fred Ebb estrenaron en Broadway en 1975 y que desde entonces no ha dejado de representarse en escenarios de todo el mundo.

La película de Rob Marshall, cuyo estreno previsto para el próximo viernes se ha retrasado al 7 de marzo, sigue haciendo carrera en la taquilla de EEUU, donde ya ha recaudado 85 millones de dólares (más de 14.000 millones de pesetas) --la producción costó unos 45 millones--, impulsada en parte por los tres Globos de Oro que la crítica le concedió hace un mes y por 13 nominaciones a los Oscar --incluidas todas las categorías grandes-- que esperan materializarse en forma de estatuilla.

REBELDIA FEMENINA

Si Thelma y Louise tuvieran sentido del ritmo, bien podrían haber sido ellas las protagonistas de Chicago . Ambientada en la era del jazz y de la ley seca, la película nos ofrece el corrosivo retrato de unas mujeres, interpretadas por Renée Zellweger y Catherine Zeta-Jones, dispuestas a todo para liberarse de las convenciones impuestas por una sociedad machista: a cantar y bailar en sórdidos garitos, a matar a sus infames maridos y a hacerse famosas para escapar del castigo por sus crímenes.

Así, en la piel de John C. Reilly, el hombre es un monigote. "Mi personaje es, en esencia, un pobre tipo. El aporta los únicos atisbos de conciencia, moral y sentido común que asoman por la película, pero por su falta de valentía y carácter, todos le toman el pelo. Por supuesto, es el personaje que más sufre de esta historia", explica el actor, que interpreta a Amos, el marido pusilánime y cornudo de la irresistible Roxie Hart (Zellweger). El prototipo del personaje que encarna Richard Gere es radicalmente opuesto, aunque igualmente imperfecto: se trata de Billy Flynn, nefando abogado de Roxie y Velma Kelly (Zeta-Jones), siempre dispuesto a vender su ética por un fajo de billetes.