Primero fue El empleo del tiempo y ahora, El adversario y La vida de nadie , que se estrenan mañana. El caso de Jean-Claude Romand ha plantado semillas de las que han brotado interesantes películas. La vida de nadie , ópera prima del realizador catalán Eduard Cortés, también tiene su génesis en esa trágica historia que sucedió en Francia, el 9 de enero de 1993, cuando un respetable doctor y padre de familia asesinó a su esposa y a sus dos hijos tras descubrirse que su vida se columpiaba en un gran engaño, que jamás trabajó en la Organización Mundial de la Salud y que ni siquiera terminó la carrera de medicina.

EXISTENCIA ANGUSTIANTE

Emilio Barrero, personaje que interpreta José Coronado, lleva, al igual que Romand, una doble vida, una existencia angustiante envuelta en una telaraña de mentiras que atrapa a familiares y amigos. El desenlace de La vida de nadie no toma el mismo sendero que la historia del médico farsante, pero relata el descenso a los infiernos de un hombre capaz de acorralarse en la precariedad de una cuerda floja.

Para el director, el protagonista es víctima de un monstruo que él mismo ha creado. "Es como una hilera de platos en la que hay uno mal colocado, lo que hace que el equilibrio sea cada vez más difícil y que todo termine en un estropicio", describe Cortés, a quien el productor Pedro Costa le propuso rodar esta película tras ver La caverna .

La familia juega un papel clave, que atrajo el interés del realizador: "Me pregunté cómo su esposa pudo estar tanto tiempo con la venda en los ojos. La respuesta es que no quería ver". Así fue cómo su mujer (Adriana Ozores) y sus padres fueron "el vehículo más potente" de un engaño que duró 18 años. Coronado considera que su personaje no es un mal hombre. "Es alguien a quien le ha pillado la bola de nieve", dice.