La industria discográfica desentierra los sencillos

No fue casualidad. A finales de los años 70, tras una década en la que los artistas de pop se creyeron tan importantes como Mozart y ensalzaron el concepto de obra por encima del de canción, la industria musical aprovechó para arrinconar el disco sencillo --más conocido como single-- en favor del larga duración. Mientras la mayoría de mercados europeos supieron mantener el formato en un saludable segundo plano, países como Italia, España y Portugal lo relegaron hasta convertirlo en casi testimonial. Una simple pieza de merchandising para fanáticos coleccionistas. Ya era tarde cuando las casas discográficas se dieron cuenta del error. Sin embargo, durante el año 2002 la menguada historia del single español ha vivido dos hitos consecutivos. A principios del verano, antes del boom internacional, el Aserejé de Las Ketchup empezó a despacharse en cantidades insólitas desde la imposición del compacto. Pronto superó el récord de Tamara, quien, pese al boicot de algunos medios, vendió 25.000 ejemplares de su himno No cambié. Aserejé ya ha sobrepasado los 40.000 sencillos, cifra casi insignificante frente a los tres millones adquiridos en el resto del mundo en infinidad de versiones: la última, una remezcla dance con campanitas navideñas que arrasa en Japón.

Bastante más decisiva para el devenir del mercado podría ser la iniciativa de Operación Triunfo de intentar repescar mediante sencillos a los concursantes eliminados. "La industria discográfica no ha sabido dar a este formato la importancia que tiene, tanto para el lanzamiento de un artista como para el conjunto global de este negocio", afirma Narcís Rebollo, consejero delegado de Vale Music, el sello catalán que publica los discos del programa. En los últimos cuatro años, mientras en el mundo se ha reducido casi a la mitad la venta de sencillos, en España se ha doblado. Aun así, sigue muy por debajo de la media europea. "El año pasado en Europa se vendieron 187 millones de singles, y en España, sólo dos, cuando nuestra participación en otros soportes es del 8% --explica Rebollo--. El porcentaje interno en relación a otros formatos fue del 1,5%, mientras en países como Francia, Alemania y el Reino Unido rondó el 10%".

GRANDES SUPERFICIES

Hay escepticismo general ante la posibilidad de que alguno de los ex concursantes pueda vender los 200.000 sencillos exigidos para su supervivencia bajo el paraguas OT . "Lo que pretendemos es que el público se implique directamente en el futuro de los concursantes", argumenta Rebollo. En general, el comprador habitual de sencillos acude a tiendas especializadas. Sin embargo, según afirma Joan Castelló, gerente de Discos Castelló, "este tipo de lanzamiento quizás adquiere mayor relevancia en las grandes superficies".

El histórico olvido del disco sencillo ha ido ligado al desinterés creciente de las grandes compañías por los nuevos talentos. "Si dejamos de lado el fenómeno OT , en España los artistas revelación ningún año pasan de tres o cuatro, muchos menos que en otros países en los que sí existe un mercado del single consolidado --explica Julio Guiu, presidente de Ediciones Musicales Clipper´s--. Allí las discográficas utilizan los sencillos como test, para para ver cómo responde el público ante los artistas nuevos". En España sólo algunos sellos independientes mantienen esa táctica. "Es una llave para que el grupo empiece a trabajar" afirma Carlos Galán, director de Subterfuge. Paradójicamente, la normalización del sencillo otorgaría al disco de larga duración un valor añadido, lo potenciaría como objeto en sí mismo. Y ayudaría a frenar la piratería. "Además, el margen de beneficio es tan pequeño que no saldría a cuenta piratearlo".