Ensayo
El sentido de la palabra fascismo
El argentino Santiago Gerchunoff diserta sobre la evolución del concepto con el paso de las décadas

Santiago Gerchunoff. / JORDI COTRINA
El pastor protestante alemán Martin Niemoller es el verdadero autor del célebre poema atribuido erróneamente a Bertolt Brecht (héroe paradigmático de la Resistencia antifascista) que comienza con «primero se llevaron a los judíos, luego arrestaron a los comunistas, más adelante detuvieron a los obreros y a los estudiantes pero nada de eso me importó hasta que ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde». Realmente este clérigo apoyó al nazismo en sus inicios para después oponerse al régimen totalitario, por lo que fue detenido y encarcelado. En definitiva, un ex nazi arrepentido (que no orgulloso de haberlo sido). En este ‘falso Brecht’ hay una lógica del arrepentimiento que lleva a un engañoso humanismo que puede llegar a exonerar a los verdugos.
Esta es la historia que nos cuenta Santiago Gerchunoff (Buenos Aires, 1977) en ‘Un detalle siniestro en el uso de la palabra fascismo’ (Nuevos Cuadernos Anagrama, 2025) que lleva como subtítulo ‘Para qué no sirve la Historia’. En este breve ensayo sostiene este profesor de Teoría Política de la Universidad Carlos lll de Madrid que el término «fascismo» sigue ejerciendo un potente magnetismo aún hoy. Afirma que no poseemos un lenguaje «científico» sobre la palabra fascismo que tenga un significado fijo y sea universalmente reconocida. Es una expresión que es susceptible de diversas interpretaciones; se puede hablar de fascismo «negro» hitleriano y de fascismo «rojo» estalinista. Por otra parte, expone que la palabra fascismo lleva décadas en el centro del lenguaje político. En principio hace referencia al fascismo histórico mussoliniano y del nazismo de los años treinta y cuarenta del pasado siglo, por lo que se pregunta cómo trasladarlo al presente: el Frente Nacional de Le Pen no es equiparable al régimen de Vichy, ni Vox en España es un partido declarado neofascista, ni el gobierno Meloni en Italia, ni Orban en Hungria de carácter nacional populista de extrema derecha. Se habla de una supuesta reaparición del fascismo en Europa y en Estados Unidos bajo el segundo mandato de Trump, también en la Rusia de Putin y en Latinoamérica con Bolsonaro (culpable de un golpe de Estado) en Brasil y con Milei en Argentina. La cuestión a debatir es si los grupos de extrema derecha son fascistas o no lo son. La respuesta de Santiago Gerchunoff en su interrogatorio sobre el uso de la palabra fascismo no puede ser otra que filosófica.
Se trata, a su juicio, de pensar de otro modo nuestro uso de la palabra fascismo como fenómeno histórico puesta al día en el contexto del mundo actual. Su propósito es desvelar la trama narrativa que hay detrás de la «emoción política» característica del uso que se hace hoy de la palabra fascismo. Sabemos que en el pasado hubo personas cándidas como los propios judíos burgueses que no hicieron nada contra la barbarie que se avecinaba, bien por pereza, por pura comodidad, por cobardía, incluso por complicidad o porque no tuvieron suficiente tiempo para reaccionar. Llamar fascista a nuestro adversario político es calificarlo como heredero de horrores, brutalidades y matanzas. En definitiva, de barbarie, colocándonos nosotros en la senda de la gloriosa e histórica resistencia europea, ya sea alemana, francesa, noruega, italiana o británica.
La palabra fascista
La palabra fascista nos inspira miedo a una repetición no deseada de la pesadilla que asoló Europa en la primera mitad del siglo XX. Detrás del uso de la palabra fascista hay una emoción porque tenemos la experiencia y la sangre de las víctimas para recordárnoslo.
Un crédulo Stefan Zweig (como le ocurrió a Thomas Mann) restó importancia al ascenso de Hitler al poder; en cambio su amigo Joseph Roth, más lúcido, calificó como «infierno en la tierra» la llegada del nazismo al gobierno de Austria y Alemania. Por una parte, recurrir a la palabra fascismo es rendir un justo homenaje a las víctimas del pasado reciente y una forma de reivindicar su legado.
Pero se pregunta cómo hemos llegado hasta aquí… Para Santiago Gerchunoff, el actual uso compulsivo de la palabra «fascismo» constituye una especie de conjuro para que no vuelva a ocurrir nunca más en el futuro.
‘Un detalle siniestro en el uso de la palabra fascismo’.
Autor: Santiago Gerchunoff.
Editorial: Anagrama. Barcelona, 2025.
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