CARTAS DEL NORTE
Desde mi balcón
Peri Rossi, Elvira Navarro, A.G. Porta aparecen en el rastro

Elvira Navarro. / ALBERT BERTRÁN
Hay libros que «nacen» con clara voluntad de «fondo de armario». Hoy, vamos a referirnos a algunos de ellos. Porque si usted, lector, aún mantiene intacta su capacidad de asombro, precisamente en unos tiempos tan carentes de originalidad en los que parece que casi todo está inventado, o cuando menos reciclado, no deje de acudir a esta entrega quincenal de mis Cartas del Norte, Cartas del Rastro, podríamos también llamarlas.
Primer día de rastro de otoño. Primeros vientos asomando tras las ventanas. Acudo como cada domingo desde hace tantos años, que los recuerdos se diluyen en la memoria. Un desapacible domingo del que no podía esperar gran cosa. Pocos puestos de libros, algún que otro despistado, y allí, colocado entre ‘Extrañas parejas’, de Cristina Peri Rossi, poeta, novelista y recientemente Premio Cervantes y ‘La sangre está cayendo al patio’, de Elvira Navarro, autora a quien sigo desde aquellas ‘Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español’ editadas por Paginas de Espuma hace demasiados años como para desear que iniciativas parecidas puedan mostrársenos hoy en día; se encontraban los últimos relatos de A.G. Porta, ‘El invierno en Millburn’, merecido reconocimiento para alguien que se daría a conocer junto a Roberto Bolaño en aquella inolvidable ‘nouvelle’ ‘Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce’. Dos autoras muy queridas y respetadas por quien les escribe junto a un escritor de culto, casi un Salinger podríamos definirlo, por lo poco que se prodiga. Y como no hay tres sin cuatro, me encuentro a su lado con uno de esos ejemplares que por sí solos merecen la vista al rastro de mi ciudad: ‘El trino del diablo’, del injustamente condenado al olvido, quizás por su condición de escritor argentino «del interior», Daniel Moyano. Tenía razón Mario Benedetti cuando se refería a Moyano como un escritor capaz de engatusarnos con sus cuentos, a los que a menudo les cambiaba el final. Tenía razón, porque aquí en esta ciudad, Oviedo, cuantos acudíamos a sus talleres literarios, hemos sido testigos de dicho alarde narrativo. ‘El trino del diablo’ es una novela corta, coral y muy musical, que precede una serie de relatos impactantes nacidos de la pluma de un autor de raza. Y es que, por encima de su calidad literaria, innegable, está la calidad humana de un auténtico «contador de historias», probablemente del último de una estirpe.
Pasamos página, que diría mi buen amigo ‘el poeta del rastro’, y cruzo de puesto en puesto con mis nuevas adquisiciones bajo el brazo en dirección a mi segundo café matutino. ¿O es ya el tercero? Hubiera estado bien haberme encontrado con algo interesante de poesía, pero una vez más, y ya son varias, se me había adelantado la gárgola del mercadillo. Bukowski tendrá que esperar mejor ocasión. Felices lecturas.
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