ENTREVISTA | Tamara Silva Escritora

Tamara Silva

Tamara Silva Bernaschina.

Tamara Silva Bernaschina. / MARTÍN FERNÁNDEZ

Almería

Támara Silva Bernaschina (Minas-Uruguay, 2000). Es autora de ‘Desastres naturales’ (2023, cuentos donde las imágenes perdurables y las atmósferas construidas línea a línea seducen a cualquier lector para continuar adentrándose en la lectura. Al leer ‘Desastres naturales’ celebramos una publicación sólida, que despliega un imaginario simbólico preciso. Este libro es el inicio de la consolidación de una voz personal. Son tres los aspectos que podemos resaltar como significativos al momento de pensar estos catorce cuentos como un libro total, por supuesto, la naturaleza, los puntos de vista y la posibilidad, que crece de forma rizomática por debajo de la tierra. Próximamente se editará en España y resto de países latinoamericanos), su primer libro, galardonado en 2023 con dos premios Bartolomé Hidalgo: el de Narrativa y el Revelación. Al año siguiente, el cuentario recibió el Premio Nacional de Literatura en la categoría Ópera Prima. Su novela ‘Temporada de ballenas’ (2024) recibió una mención de honor en el concurso literario Juan Carlos Onetti. Vive en Montevideo.

Alicia Torres ha manifestado que la narradora uruguaya es, «heredera del realismo y anclada fuertemente en una tradición regional con engarce latinoamericano, el asidero mimético de la literatura de Támara se encuentra en las descripciones de los pueblos casi rurales, en la naturaleza y la vida en el campo -cerros, montes, caminos de tierra, cañadas-, en los vínculos entre distintas formas de lo vivo -vegetación, seres humanos, la introducción natural de perros, caballos, gallinas y caranchos-. Su literatura está tomada por el acontecimiento y la peripecia que junto con una notable construcción de personajes y de imágenes puede prestarle algunos símbolos universales a la ficción y permitir que trascienda a una circunstancia. Con esos materiales, la autora dispone un mundo de lenguaje».

¿Un cuento debe ser visual para que sea efectivo?

Sí, entre otros atributos necesarios, como no pensar si será o no efectivo.

Parece que sus relatos, por su tratamiento y su estilismo, ¿puede que se parezcan más a un poema?

La musicalidad de la poesía le hace muy bien a la narrativa. La suaviza, la hace más hermosa. También las imágenes que a veces quedan restringidas a lo poético.

¿Qué le lleva a dar una absoluta coherencia a una historia que pueda resultar intangible?

Creo que ninguna historia es intangible. Es cierto que hay algo de lo no mimético, de lo más fantástico, a lo que es más difícil atribuirle una materialidad concreta. ¿Cuánto pesa un fantasma? ¿A qué huele una voz? Ahí hay un universo de misterio, es cierto. Pero creo que imaginar, pensar, darle tiempo a una historia la vuelve tangible. Muy tangible.

Había escrito la colección ‘Desastres naturales’ (2023) y ahora entrega ‘Larvas’ (2025), ¿supone que su mundo de ficción queda mejor encerrado en un cuento?

En el Río de la Plata tenemos una tradición de cuento muy fuerte y forma parte de mi educación sentimental como lectora. Creo que el cuento, por su brevedad, tiene un atractivo particular en esta época del apuro, una posibilidad de sosiego, de pausa. También la novela tiene lo suyo, a mí me cuesta más leer novela, y creo que este pensamiento se traslada un poco a la hora de escribir. Para escribir una novela hace falta tiempo, para tener tiempo hace falta plata, para tener plata hace falta trabajar mucho, y eso hace que haya poco tiempo. Y así al infinito. La novela que escribí, que se llama ‘Temporada de ballenas’, es una novela muy deforme, fragmentada, yo la quiero mucho y sé que no es prototípica. Pero el cuento me parece una forma hermosa.

¿Para escribir un buen cuento hay que mirar hacia el realismo?

Algo que no me gusta de los decálogos para escribir cuentos es esto de decir qué tiene o qué no tiene un buen cuento, como si hubiese una fórmula infalible, porque siempre pienso que quizás lo único que según yo tiene que tener un buen cuento es latido, y no sé explicar del todo de qué hablo cuando hablo de ese latido.

¿Qué le lleva a escribir a los veinticuatro años y, precisamente, se sirve del género cuento?

No sé si alguna vez supe hacer otra cosa.

¿Se inclina por lo inusual y se apodera de lo fantástico para contar las cosas de este mundo?

Es ahí, me parece, donde se revela lo importante. Del mundo, de la gente, de las cosas.

¿Cada texto supone, de alguna manera, renovar su concepto de cuento, la estructura, o el mensaje?

Siempre, porque cada texto es distinto y necesita algo particular, algo que tal vez no había aparecido antes. Voces, tonos, formas. Así que sí, siempre.

En la actualidad, ¿en qué lógica piensa que se mueve el presente?

Me cuesta encontrar una lógica en un presente de violencia, desinterés comunitario, extractivismo, avaricia atroz. Me da esperanza que en contraste al horror haya tanto amor, tanta esperanza, tantas ganas de cambiarlo todo, tanta gente reunida bajo los mismos árboles –como en ese poema conmovedor de June Jordan «necesitamos tener esta reunión / bajo este árbol / que ni siquiera / fue plantado / todavía»-, viendo lo importante.

¿El desencanto de un mundo hostil le lleva a usted a ensayar acerca de la búsqueda como al desencanto?

No estoy desencantada con el mundo, todo lo contrario. La búsqueda estaría orientada, en todo caso, a un reencantamiento, a la búsqueda de una nueva ilusión o esperanza aunque esté depositada en un nuevo mundo, aunque haya que crearlo.

¿En qué medida el deseo, en cualquier aspecto, se reivindica en sus cuentos?

Antes de escribir hay deseo, también durante y después, así que me parece hermoso que el motor de estos relatos, y de todo lo que he escrito, esté refugiado, cuidado, alimentado en el deseo.

El título, ‘Larvas’, ¿para que en realidad se siente aludido un público lector más juvenil?

No. Es cierto que las larvas son ejemplares juveniles de insectos, pero en este caso el título alude al estado de transformación, de tránsito, de deformación que experimentan las historias, los personajes, sus vidas. Al ir por debajo. O estar dentro de un cuerpo.

¿Sus cuentos reivindican lo rural y la naturaleza como única solución a muchos de los problemas del mundo actual?

No lo siento como una reivindicación, ni una bandera, porque lo rural es paisaje natural, interior, privado. Es cierto que una vuelta hacia esos territorios implica una pausa en un mundo como el nuestro. O una reestructuración. Y creo que eso hace bien, olvidarse un rato del ruido, pero no me parece que sea una propuesta de solución, mucho menos de única solución.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents