Poesía

Epifanía de lo invisible

Antonio Luis Ginés regresa con ‘Corriente invisible’

Epifanía de lo invisible

Epifanía de lo invisible / A.J. González

Córdoba

La poesía se mueve entre la interioridad y el mundo exterior, pero su objetivo es ir más allá e intuir lo invisible, lo que fluye y permanece. Lo que no puede ser visto no tiene que ser lo opuesto a lo visible, sino el sustrato, el magma en el que late la posibilidad de lo perceptible. En este sentido, lo que está oculto no puede ser dicho, solo puede ser entrevisto, con lo que el poeta está condenado a traer a la superficie únicamente destellos. Así, intentar nombrar esos cimientos es un inacabable desvelamiento, porque las palabras se muestran insuficientes en su falibilidad. A partir de esta paradoja, Antonio Luis Ginés construye ‘Corriente invisible’ (Bartleby editores, 2025), partiendo del convencimiento de que el poeta es capaz de crear mundo, ampliando sus límites, en su desvelo de intuir lo ignoto.

Este proceso de revelación requiere un lenguaje concreto. Si los poetas místicos apuestan por un decir indirecto y acuden al poder sugestivo de la imagen, del símbolo, de la paradoja, del oxímoron e, incluso, del silencio, Ginés confía en un lenguaje claro y preciso, sencillo y rotundo en su parquedad, y en la capacidad de sugerencia de la imagen, que le permite entrever la sintaxis del alrededor y las raíces del propio yo.

Estas imágenes nacen de lo cotidiano, que se convierte en acontecimiento; pero, para que se produzca el salto de lo trivial a lo universal, es necesario establecer asociaciones o vínculos entre ambos planos, como ya mostró Nerval en su soneto «Versos dorados», donde adelantaba la teoría de las correspondencias consagrada por Baudelaire y llevada al límite por Rimbaud en Iluminaciones, que tanto influirá en el surrealismo.

Conocedor de esta tradición, el poeta nacido en Iznájar es consciente de que su mirada debe ir de dentro hacia afuera para explorar tales correlaciones y aspirar a conseguir un equilibrio entre emoción y pensamiento -evitando lo onírico e irracional-, como vía para alcanzar un conocimiento más amplio de lo invisible y para establecer lazos entre él y los demás de su estirpe, entre su palabra y la de los otros.

En estas mismas coordenadas parece situarse la sugerente cubierta hecha por Rafael Jiménez Reyes con plastilina sobre el «Retrato de Míster James», de René Magritte, donde aparece un misterioso hombre que, de espaldas al espectador, contempla su reflejo en un gran espejo de pared. Este hombre es uno y otro, al tiempo que supone un inquietante cuestionamiento del arte como representación de la realidad y una reivindicación de la necesidad de mirar al interior.

El libro se articula en dos secciones: «Acceso», veintiún poemas centrados en el yo, en la memoria, en las pérdidas -sobre todo en la de sus padres-, en la identidad y en lo mínimo, entre los que destacaría «El arco de la pisada», «Lo posible», «Nocturno», «Una respuesta que no duela», «Herencia» y «Orquídea»; y «Subterráneo», veintitrés composiciones -entre las que se hallan joyas como «Qué», «Milésima de segundo» o «La pregunta»- en las cuales se produce un distanciamiento del yo, excepto en el magistral «Generaciones con fin», con la intención de buscar la otredad, yendo más allá de la contemplación para avanzar hacia lo emotivo y sensorial, dejándose arrastrar por los sentidos -como forma de ser permeable al hallazgo- y por el lenguaje, no solo como instrumento de comunicación sino también como medio de autoconocimiento y de conexión con una realidad que nos supera y que solo podemos vislumbrar.

Como ya hiciera en ‘Antonov’, en los poemas finales el poeta desvela algunas claves del libro. Así, en el penúltimo, el extraordinario «Corriente invisible», defiende que la misión de la poesía es sacar a la superficie todo lo que va por debajo -emociones, sensaciones...-, lo que conforma la argamasa de nuestras vidas, aunque no lo nombremos. La responsabilidad del escritor es hacerlo visible, sin juegos pirotécnicos, apostando por la contención, la sencillez y la sugestión.

Con estos mimbres, Antonio Luis Ginés tejeb su mejor libro, escrito desde la serenidad y la autenticidad de quien se encuentra en plena madurez creativa y muestra un rigor y una exigencia inusuales, trazando con pulso firme una trayectoria coherente y honesta, hecha en silencio, como una buena ruta de senderismo, sin olvidar que lo que realmente queda es «el arco de la pisada», que contiene «los senderos recorridos, / las montañas que ascendieron, / las cumbres sin coronar».

‘Corriente invisible’.

Autor: Antonio Luis Ginés.

Editorial: Bartleby Editores. Madrid, 2025.

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