Seres de Babel
De dioses y hombres

De dioses y hombres / CÓRDOBA
Leo en el estremecedor nuevo libro de Carlos Clementson, ‘Pero el mar va conmigo’ (Detorres Ediciones, Año XXV, Colección de Poesía, 2025), este magistral y dialógico verso: «puesto que el hombre es un dios / si es que, al fin, se atreve a serlo». Me pregunto si esta conceptualización poética, que se enraíza en la aporía del superhombre postulada por Nietzsche, ha contagiado a los hombres y mujeres de nuestra sociedad contemporánea que, inmersos en la extinción de los valores, buscan un sentido de armonía tan alejado de lo humano que provoca un pavoroso oxímoron, la abrasión presuntamente lustral de todo aquello que signifique bondad, verdad y belleza; o, por decirlo de otra manera más popular e inteligible, hacernos comulgar con ruedas de molino. ¿Para qué necesitamos ser dioses, en el sentido mítico, con la carga emocional de sus infrangibles defectos que convierten en friables virtudes? Seamos sencillamente seres humanos con nuestros defectos más o menos leves y nuestras más que pobres virtudes, porque creerse dioses solo lleva al desafuero de considerar que los otros no son más que peleles movidos al antojo de los que se manifiestan intocables.
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