Las guardas

Cioran

Cioran

Cioran / CÓRDOBA

Sigo con Cioran. Acudo a él todos los días. Esa mezcla de desesperanza e ironía en la que no sabemos o desconocemos la realidad, o tal vez acabamos conociéndola en su complejidad, es lo apasiona. Sus aforismos suelen dejar abiertas las heridas, y durante mucho tiempo. «No vivimos para ver, vivimos para no ver», leemos en uno de sus libros. Y duelen, sus experiencias atormentan cuando las hacemos nuestras.

Aunque sus textos no intentan agradar resultan universales, confrontan ideas, temas y destrezas, pero con un tono descarnado y hasta ruin. Si algo hay que definir de sus textos es la honestidad. «Solo se es libre cuando se ha renunciado a todo».

Cioran vivía en un pequeño apartamento en París, en la Rue de L’Odéon, en el Barrio Latino, con lo justo para sobrevivir. Una vez, un amigo le ofreció prestarle dinero para mejorar su situación, y Cioran lo rechazó diciendo: «La pobreza es mi única disciplina». En otra ocasión, cuando un editor le envió un cheque por los derechos de autor, Cioran lo devolvió con una nota que decía: «No quiero que el dinero me distraiga de mi inutilidad». Estaba convencido de que cualquier comodidad material lo alejaría de la lucidez que siempre buscaba.

Otra vez, un editor le propuso organizar la presentación de uno de sus libros, y Cioran respondió con una nota sarcástica: «Prefiero ser leído por tres personas que me entiendan a ser aplaudido por trescientas que no me comprendan». Mantuvo una buena relación con Samuel Beckett, gran maestro del absurdo. Una anécdota cuenta que, en una de sus charlas en un café parisino, discutieron sobre la inutilidad de escribir. Cioran, con su estilo, dijo que escribir era «una forma de gritar sin hacer ruido», a lo que Beckett respondió con una risa seca y comentó: «Entonces tú gritas en frases cortas y yo en pausas largas». Su humor irónico era una forma de resaltar la conexión humana, aunque fuera en pequeños momentos.

Cioran dejó un estilo único y honesto, difícil de encontrar en autores contemporáneos, tal vez los que más se podrían acercar (con muchos matices) son Ligotti, Thacker, Benatar o Grey, pero esto es un tema complejo que dejaremos para otra ocasión. Os deseo a todos muy buenas lecturas este verano que comienza.

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