Novela

Relámpago en la oscuridad

‘La espesura del cielo’.

‘La espesura del cielo’. / CÓRDOBA

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Córdoba

Algunas novelas, o libros de relatos, de profundo calado poético y humano, como es el caso de ‘La espesura del cielo’ o de aquellos cuentos eternos e inefables que componen ‘El llano en llamas’, de Juan Rulfo, pueden resumirse en un par de palabras o frases: calidez de mensaje y calidad de página. En el caso de esta bellísima novela de Viviana Paletta, ‘La espesura del cielo’, la verdad literaria tiene tanta altura como un cielo telúrico, mágico e inasible, que flota sobre los murmullos de una selva (la zona ambiental donde discurre el argumento) que la autora argentina traza en estas líneas: «El cielo también como un bosque tiene su espesura. Le abrimos claros a machetazos» (Pág. 30). Definir la selva en solo dos líneas no es común. Quien escribe esto, dos líneas cargadas de misterio, es una autora argentina afincada en España que ha dado a la luz tres poemarios imprescindibles en la literatura hispanoamericana de este siglo: ‘El patrimonio del aire’ (2003), ‘Las naciones hechizadas’ (2010) y su más reciente ‘Arquitecturas fugaces’ (2018). Y es que estamos ante una de las poetas más genuinas y personales de las letras hispánicas, una autora a la altura de las inolvidables Alfonsina Storni o Gabriela Mistral. Dentro de su poemario ‘Las naciones hechizadas’ uno halla los versos más límpidos, hermosos y transcendentales que ha leído en las últimas décadas, versos de un compromiso no sólo ético y moral, sino también estético e ideológico. Viviana Paletta (Buenos Aires, 1967) será una de esas escritoras hispanas imprescindibles que quedará en el tiempo por la calidad insobornable de su obra poética y narrativa.

En su nuevo libro, que pasamos a comentar, ha necesitado muy poco, menos de cien páginas, para regalarnos una obra de una belleza literaria absolutamente distinta, original, que no tiene nada que ver con lo que hemos leído últimamente (salvo dos novelas: ‘Cizaña’, del colombiano Carlos Sanclemente y ‘Los expulsados’, del venezolano Edgar Borges), aunque no haya visto la luz como otros libros cacareados y aplaudidos a bombo y platillo en editoriales más afamadas y de prestigio que, al final, nos acaban vendiendo humo encorsetado en un lindo papel de celofán. No, por fortuna este no es el caso: aquí estamos hablando de gran literatura concentrada en el clima poético de unas páginas que electrizan el alma y la mirada del lector: «Cuándo reposaré conmigo de mí misma. Raptada por mí, una Perséfone que otea el monte, lejos de la vía láctea, quieta en sus cuarteles de invierno bajo la hojarasca» (Pág. 54). La novela nos narra la huida de una guerrillera que está a punto de dar a luz dentro de una selva densa e inhóspita en la que se confunden y entremezclan mansamente, como un magma poético, los recuerdos y los sueños, las melancolías y ausencias, las señales veloces de un tiempo que se fue y se va edificando dentro del vientre luminoso de una mujer valiente, decidida, que lucha por sus ideales y su futuro mediante un lenguaje íntimo, gozoso, que está dentro de ella y, al salir de su vientre, o de sus pulmones, al exterior, produce un relámpago de oro en la oscuridad. Viviana Paletta escribe con delicadeza y con furia a la vez, con ternura majestuosa y fuerza brutal, sosiego y soberbia, al mismo tiempo, regalándonos un mágico fresco narrativo donde nos dibuja, además de un paisaje raro, exótico, el de una intrincada selva inexpugnable, el interior de una madre sensitiva que, antes de dar a luz, va recordando hermosas estampas de su niñez y su juventud: «Algunos días, si regresaba temprano, pasaba por la casa de la abuela… Brotaban en su boca palabras lejanas que olían a Mediterráneo, a albahaca y tomillo, a limones maduros rodeados de hortensias bajo un cielo verde olivo. Ella misma olía así cuando la abrazaba» (Pág. 37). Es curiosa la habilidad de esta autora argentina, dueña de un estilo terso, prodigioso, para hacernos ver dentro de un espacio inhóspito y hostil, una selva abigarrada, la imagen de una mujer fuerte, aguerrida, de alma guerrillera, que, a la vez, derrama una sensibilidad verdaderamente sutil, cauterizante, que disuelve al final la angustia y el dolor de la protagonista antes de dar a luz: «Me queda el pozo de mi cuerpo como ancla y lastre, una pinza. Un vientre que late con su propio péndulo dispuesto a estallar cuando alcance su hora» (Pág. 80). Y, al final, la metáfora del hijo aún no nacido es la de la huida hacia una vida nueva de una mujer, valiente, soñadora que, en mitad de una selva dura e inexpugnable, intuye el fulgor de otra realidad.

‘La espesura del cielo’.

Autor: Viviana Paletta.

Editorial: Los libros de la mujer rota. Santiago de Chile, 2025.

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