Ventanas
Mayo

La Niña María / CÓRDOBA
El mes de mayo llega cargado de canciones, recuerdos, Niñas María… La Niña María tenía cinco o seis años. Era una pequeña de la clase, a la que le comprábamos vestido, abrigo, calcetines, guantes, zapatos, toca de gala, bolsito, y un regalo especial, un libro. De letra grande y con ilustraciones. A color.
Sin embargo, lo que más le gustaba a la niña, más que los cuentos, más que las transparencias de la toca de gala, era la ropa nueva. Verse de todos los colores, de rosa, celeste, de amarillo clarito, color trigo... contemplarse en el espejo con los complementos de toda la gama del arco iris, incluido el color melocotón, el color lila, el color verde hierba; y verse bien peinada, con rizos de peluquería bien marcados o tirabuzones rubios cayéndole por los hombros y enmarcándole la cara...
Ser Niña María era como el cuento de la Bella Durmiente o de la Cenicienta después de su transformación. Todo nuevo. La pequeña se dejaba querer, como si querer fuera verse con muda nueva –camiseta, bragas, calcetines, enagua, camisón de dormir, blusa, falda-. La Niña María se veía y creía princesa, no de juego ni de teatro ni de cine, de verdad.
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