Las guardas

Erotomanía

Libros apilados.

Libros apilados. / CÓRDOBA

Hay casos documentados, o fuertemente sospechados, de que diversos artistas han padecido la enfermedad de la erotomanía. Se trata de un trastorno delirante en el que la persona está convencida de que otra, generalmente alguien que posee un estatus más alto o una figura pública, está secretamente enamorado de ella. A menudo el enfermo se cree que la otra persona le envía señales secretas o mensajes cuasi codificados para comunicarse.

Entre algunos artistas podemos citar a Guy de Maupassant, que al final de su vida sufrió trastornos mentales, con delirios de persecución, incluso alucinaciones. El poeta y dramaturgo francés Antonin Artaud pasó muchos años de su vida recluido en hospitales psiquiátricos, y en algunos de sus escritos figuran componentes delirantes de este tipo.

Uno de los casos más conocidos, aunque a estas alturas plantea muchas dudas e interrogantes, incluso este hecho se encuentra en múltiples debates, es el de Emily Dickinson. Algunos biógrafos han especulado que ciertos poemas y cartas de Dickinson reflejan una especie de amor no correspondido y obsesivo, que podría asemejarse a la erotomanía.

Hay un vínculo simbólico y estructural entre los delirios erotomaníacos y ciertos mitos o narrativas culturales, como es el caso de ‘Cinderella’ (‘La Cenicienta’), en las que una figura común, marginal o anónima es elegida y amada por alguien poderoso, alguien idealizado, y alguien lejano (el príncipe).

Otro caso más trágico de delirio consumado está en ‘Los sufrimientos del joven Werther’, la novela de Goethe. En ella el protagonista idealiza a Lotte. Aunque ella no sea una celebridad, proyecta un amor tan absoluto e inalcanzable que acaba en tragedia, en suicidio.

La factoría Disney, en sus creaciones, tiene mucho de esto, tiene mucho del Síndrome de Clérambault (el psiquiatra francés que a principios del siglo XX describió este trastorno), vulgarmente conocido como erotomanía. Tan solo hay que acercarse a sus películas. A principios del mes de abril, Alberto Olmos publicó en Zenda Libros un artículo titulado «Que os lea vuestra putísima madre». Lo cierto es que se trata de un texto que da gusto leerlo, que engancha y es sincero, y que me ha recordado, tras una última lectura, a todo esto de la erotomanía. No sé, serán manías mías. No hay que hacerme mucho caso.

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