Memorias

‘Y dejé de llamarte papá’

La hija de Gisèle Pelicot plasma en un libro el horror sufrido por su madre y ella

Caroline Darian, a la derecha, junto a su madre, Gisèle Pelicot.  | GILLAUME HORCAJUELO /EFE

Caroline Darian, a la derecha, junto a su madre, Gisèle Pelicot. | GILLAUME HORCAJUELO /EFE

Córdoba

La literatura también sirve para visibilizar el daño y ordenar el dolor y, por supuesto, como denuncia. Es el caso de la terrible historia de Gisèle Pelicot, contada en unas memorias por su hija Caroline Darian, de quien también se encontraron fotos sospechosas de haber sido maltratada con la sumisión química igual que su madre.

‘Y dejé de llamarte papá’ publicado en Seix Barral, es un libro impactante sobre el caso de violencia doméstica que ha sobrecogido a toda Francia. Dominique Pelicot, el padre de la familia, drogaba con fármacos a su esposa y la dormía para luego ofrecerla a otros hombres, quienes abusaban de ella. Dejaba constancia de todo ello con fotos y videos que publicaba en una web privada de contenidos sexuales.

La historia aquí contada se centra en cómo la hija asume todos estos hechos y la manera en que se enfrenta a ellos, pasando del estupor a la rebeldía y la lucha. Su objetivo es transformar su profundo y espantoso dolor en una herramienta de denuncia, señalando el crimen cometido para que la opinión pública entienda que no son las víctimas quienes deben avergonzarse, sino los hacedores del mal. «He intentado en vano descubrir y comprender la verdadera identidad del hombre que me crió. Incluso hoy sigo preguntándome por qué no vi ni sospeché nada». El sentimiento de culpa suele instalarse en las víctimas. Todo este proceso de resolución del conflicto interior que viven los damnificados necesita tiempo y ayuda psicológica. Como la propia Caroline dice: «Ser hija de la víctima y ser hija del agresor es una carga terrible». La disociación acaba apareciendo: «Y echo de menos a mi padre. No al hombre que comparecerá ante los jueces, sino al que me cuidó durante cuarenta y dos años. Sí, lo quise mucho antes de descubrir su monstruosidad». La disociación también afecta a la madre, —la gran víctima— cuando «lava, seca y plancha la ropa de mi padre para llevársela a comisaría». Es un mecanismo de autodefensa psíquica por el cual permite aislar la experiencia para afrontar mejor el trauma. Por esa razón, el libro ahonda en la necesidad del apoyo psicológico para ver la realidad desde una perspectiva más real, y en consecuencia, poner nombre a los hechos.

Caroline Darian, junto con las mejores fuerzas vivas lanzaron el movimiento de sensibilización y prevención llamado «#NomeDuermas: Stop a la sumisión química». De esta forma, la autora ha transformado su trauma personal en una lucha colectiva.

«Cuando el equilibrio de una familia se ve sacudido hasta el fondo, no solo daña a la víctima directa, sino también a todas las personas que gravitan a su alrededor». Por lo tanto, no solo es víctima la madre, sino el resto de la familia.

Sin embargo, el gran problema para Caroline es comprobar que, a sus sesenta y ocho años, su madre tiene dificultades para desprenderse de la empatía hacia su verdugo, un síndrome de Estocolmo que solo podrá superar con ayuda psicológica. Aunque al principio Caroline quería vivir todo esto en privado, no tuvo más remedio que exponerlo en un libro después de que comenzaran a circular numerosos artículos sensacionalistas. «…La escritura, valga lo que valga, es un camino. Tiene su función: separarme de mi padre, liberar mis hombros de la carga de su legado». Leer este libro nos lleva a una conclusión clara en palabras de la propia autora: «Quiero trascender esta terrible herencia paterna, transformar este lodo en materia noble». La literatura al servicio de las grandes causas.

‘Y dejé de llamarte papá’.

Autora: Caroline Darian.

Editorial: Seix Barral. Barcelona, 2025.

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