SERES DE BABEL
Elegía

André Malraux / Córdoba
Se ha escrito mucho sobre la muerte pero, entre todos los axiomas conocidos, dos me provocan una irreprimible reflexión.
La primera nos acerca a Leonardo da Vinci cuando afirmaba que una vida fructífera conduce siempre a una dulce muerte, aunque su antesala, como presagiaba Cela, fuera siempre cruel. Y, por esta causalidad, me interesa mucho más el pensamiento de André Malraux al declarar que la muerte sólo tiene relevancia en la medida que nos hace recapacitar sobre el valor de la existencia. En este aciago principio del año 2025, en que se inicia el último del primer cuarto del siglo XXI, hemos sufrido la pérdida de personas vitalmente entrañadas en el caótico orden de nuestra imprevisible vida.
Golpes en el corazón que han ido dejando profundas cicatrices, ya irreparables, para hacernos sentir que cada instante es el primero y podría ser el último, por lo que es preciso emplearlo en favor de los que queremos. Evoco ahora a Julián, a Ángel, a José Manuel, a mi padre, derrochando optimismo y braveza; y deseo fervorosamente que, en todos ellos, reverbere el don anhelado de la paz.
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