Las guardas

La paz

‘La tierra baldía’

‘La tierra baldía’ / Córdoba

Muchas veces pensamos, me ocurre habitualmente, que las grandes obras que ya están escritas precisan de lecturas y lecturas. Hay que acudir a ellas constantemente y abandonar la novedad o la superficialidad de cada instante. Esas obras nos transmiten paz, la quietud y el sosiego que el ser humano necesita en las situaciones más críticas, y, por qué no, en cualquier otro momento.

Eliot, en sus notas al libro ‘La tierra baldía’, indica que la palabra «Shantih», debe ser traducida, o comprendida, como «la paz que trasciende el conocimiento». Seguimos con Eliot. ‘La tierra baldía’ es infinita, las notas del propio autor a la obra enriquecen su contenido.

«Con estos fragmentos apuntalé mis ruinas / pues tendréis lo que buscáis. Hierónimo está otra vez furioso. / Datta. Dayadhvam. Damyata. // Shantih shantih shantih». Son los versos finales del libro. Y acudimos de nuevo al epílogo de José Antonio Montano en la edición de Olé Libros (2020). Explica Montano «tal vez por ello el conocimiento del mundo condenado de ‘La tierra baldía’, ese poema infeliz, nos produce felicidad». Efectivamente se trata de la paz que trasciende el conocimiento, la paz que nos eleva a la luz, desde ese inicial «Abril es el mes más cruel». Escribe Montano «en la condena está la salvación».

Y como indica Ernesto Hernández Busto en el prólogo, «el poeta moderno es, parece decirnos Eliot, un zahorí de todas esas energías e impulsos, el único ser capaz de devolverle la fecundidad al mundo en decadencia».

«Datta. Dayadhvam. Damyata» («Da, compadécete, contrólate»). Leo a Eliot y recuerdo a Dante, ‘La divina comedia’ con sus tres partes: «Infierno», «Purgatorio» y «Paraíso». El paso por los mapas, las ruinas y los fragmentos de Eliot (en palabras del prologuista).

Abandonemos las simplificaciones, el colectivismo, acudamos al individualismo, a esa paz que trasciende el conocimiento. Contemplemos, atendamos, entendamos. Algo que es complicado, pero pongamos esa voluntad para su entendimiento. Estos versos de ‘La tierra baldía’ no dan lugar a la alucinación de los expedicionarios antárticos de Shackleton, van mucho más allá: «¿Quién es ese tercero que va siempre a tu lado? / Si cuento, solo estamos nosotros, tú y yo juntos / pero al mirar al frente por el camino blanco / siempre está ahí ese otro que camina a tu lado...».

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