Novela
Lealtades y masacres

Han Kang. / Jonas Ekstromer / AP
Por decirlo de manera breve y de una vez, ‘Imposible decir adiós’, de Han Kang (Gwangju, Corea del Sur, 1970) -galardonada con el Premio Nobel de Literatura el año pasado- es una suerte de moneda (de dos caras, por supuesto) en cuyo reverso se oculta la violencia histórica y en cuyo anverso se reflejan sus efectos sobre los individuos vivos y concretos. Pero cuando un libro es importante es mejor no explicarlo de manera breve y de una vez, sino pensarlo y exponerlo despacio hasta llegar a alguna clase de comprensión sobre su originalidad. Aunque sea en detrimento de la explicación del argumento.
Pensemos antes que nada en la relación entre la violencia política y la experiencia personal. Hang Kang reprime esa violencia (que es más estructural que política: algo que viene de muy atrás del tiempo, un río de sangre y de masacres, que busca en cada época una justificación política cambiante) de manera que se manifiesta mediante sueños, visiones, testimonios borrosos y dolores psicológicos y somáticos. Mientras que sobre la superficie (sentados sobre estos pantanos de aldeas masacradas) las dos mujeres protagonistas, Gyeongha y Inseon, tratan de afianzar una amistad basada en una generosidad amable, al límite de la temeridad. ¿Cómo paliar la violencia histórica, política y social con una tentativa poética del bien, asumiendo sus dificultades y contradicciones? Ese parece ser el tema de la novela. Pero las novelas no se agotan en el tema. Quien se adentre en esta enseguida quedará atrapado en un suave y lento laberinto verbal, donde destaca a primera vista la precisión con la que la autora surcoreana aborda el dolor físico y mental. Quizá lo segundo que aprecie sea la facilidad con la que la prosa pasa de un paisaje onírico a un realismo detallado y rugoso, casi sensible al tacto, que logra diluir ambas fronteras.
Lo tercero que aprecie quizá sea la peculiar sintaxis narrativa de Hang Kang que se desplaza hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, en una especie de espirales donde es tan importante lo que sucede en el presente del relato como sus iluminaciones retrospectivas, de manera que el sentido parece avanzar replegándose. Un desplazamiento temporal que incluye otro de tono: donde tras un pasaje descriptivo puede aparecer un apunte onírico, una reflexión o el escrutinio detallado de un intenso dolor detrás de los ojos.
Lo cuarto quizá sea la plasticidad con la que la prosa de Hang Kang describe no tanto la naturaleza como su estructura, su movimiento o la manera de relacionarse (de favorecerlo, de presionarlo, de asustarlo) con nuestro cuerpo: un aguacero, la estructura de un copo de nieve, el interior de las aves, o la imponente nevada (tan lenta como maliciosa, tan bella como nociva) que en una esfera simbólica parece decidida a apagar el escaso calor que desprenden los ánimos de sus protagonistas.
Estos son los principales elementos que componen la atmósfera densa y sugestiva, casi hipnótica, donde se desarrolla una historia humana, dura, tierna y afilada de nerviosismo, al filo de la enfermedad y la redención. La sofisticación aquí, como casi nunca, no juega en contra de la emoción sino que la intensifica y le da su razón de ser. La vuelve literaria.
‘Imposible decir adiós’.
Autora: Han Kang.
Editorial: Random House. Barcelona, 2024.
Suscríbete para seguir leyendo