Seres de Babel
Leer para vivir
La Navidad acaba de diluirse rociando ese sabor agridulce de lo acaecido y lo anhelado, el aroma familiar de los abrazos compartidos y el más amargo de aquellos que ya no están entre nosotros.
Y para que nada nos perturbe hasta el extremo de renunciar a la esperanza, aspiremos una regeneradora epifanía, la posibilidad de transformar todo lo que nos duele en un poderoso ejercicio de magnánimo amor.
Leer más es probablemente una de las más deseables pretensiones de cada año que comienza y no se trata de un asunto baladí porque la literatura sirve para adentrarnos en aquellos territorios del alma que la historia ni siquiera acierta a intuir. Todos debiéramos leer más, leer para reflexionar, leer para sentir, leer para conocer el dolor de miles de seres humanos que sufren la guerra, el hambre, la enfermedad y la muerte. Nuestras calles han ido extinguiendo sus fastuosas luminarias, y quizás sea el momento de alumbrar la oscuridad que aún habita en los corazones; propiciar, a través de la lectura, que la luz inunde nuestros ojos de solidaridad, el único fuego que debe incendiarnos.
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