POESÍA

Gil de Biedma: el hombre que fue sus palabras

Cátedra publica la primera edición crítica de la obra de un poeta referente de la Generación del 50

Jaime Gil de Biedma.

Jaime Gil de Biedma. / CÓRDOBA

Juan Gaitán

Juan Gaitán

Probablemente, estos son los versos más famosos de Jaime Gil de Biedma. Y es probable también que sean de los más citados de la poesía española del siglo XX. Y también es más que probable que, muchas veces, son citados sin que quien los pronuncia sepa que son versos de Jaime Gil de Biedma. «Hasta que las canta el pueblo/ las coplas, coplas no son» dijo, sentenciosamente, Manuel Machado. Y, siendo verdad la sentencia, tenemos, por tanto, la certeza de que Gil de Biedma es un poeta popular sin haberlo querido, sin haberlo intentado, sin pretenderlo nunca. De hecho, como él mismo diría, en vez de poeta quiso ser poema: «Mi poesía consistió -sin yo saberlo- en una tentativa de inventarme una identidad; inventada ya, y asumida (...) todo fue una equivocación: yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema». Es probable que lo lograra, que Gil de Biedma, más que un poeta, sea un poema, o en realidad solo algunos versos, esos que viven en el vocabulario común, aquellos que citamos con frecuencia: «que la vida iba en serio»; «esta costumbre de calor», «que te voy a enseñar un corazón/ desnudo de cintura para abajo»... Gil de Biedma, tan citado, tan influyente, tan determinante en la poesía española del siglo XX y XXI, no ganó nunca un premio literario. Propuesto para el premio Cervantes en 1989, lo ganó finalmente Augusto Roa Bastos.

Tataranieto del primer conde de Sepúlveda y primer vizconde de la Nava, nieto del político vallisoletano Santiago Alba y primo de Miguel Delibes, nació en Barcelona en 1929. Pasó la guerra civil española en Nava de la Asunción, pueblo de la provincia de Segovia, lugar al que regresaba con frecuencia y donde reposan sus restos desde 1990. Hijo de la alta sociedad, heredó una buena posición social. Estudió Derecho en la Universidad de Barcelona y en la de Salamanca. Según declaró en varias ocasiones, decidió hacerse poeta a los 19 años. En 1952 publica ‘Versos a Carlos Barral’, al que sigue ‘Según sentencia del tiempo’ en 1953, año en que se traslada a Oxford para realizar estudios de economía y entra en contacto con la poesía anglosajona, lo que determinará su obra posterior. En 1959 publica ‘Compañeros de viaje’, al que siguen ‘Moralidades’ (1966) y ‘Poemas póstumos’ (1968). Sus otras publicaciones, ‘A favor de Venus’ (1965), ‘Colección particular’ (1969), ‘Antología poética’ (1981), son selecciones de poemas, así como ‘Las personas del verbo’, cuyas dos diferentes ediciones (1975 y 1982) recogen su obra poética completa.

Precisamente con ese título, ‘Las personas del verbo’, Carme Riera y Félix Pardo acaban de publicar en la prestigiosa colección Letras hispánicas de la editorial Cátedra la primera edición crítica de la poesía de Gil de Biedma. Su breve e intensa obra le sitúa como referente básico de la llamada «poesía de la experiencia» , de la que explicó, en una entrevista, que «nada hay más artificial que la escritura (...). Cuando hablamos de poesía de la experiencia no hablamos de contar lo que le ha pasado a uno, de una suerte de cotilleo de la vida nocturna de ayer, de las posturas amorosas del año pasado, poesía de la experiencia es escribir un poema donde la voz que se escucha cuando se ejecuta el poema sufre la vida, padece la existencia, hace sentir el recuerdo del placer o el dolor de las separaciones» . Ese es el Gil de Biedma más interesante, el que desde su experiencia da un tono conversacional, narrativo a sus versos, tan patente en el poema ‘Infancia y confesiones’:

«Cuando yo era más joven/ (bueno, en realidad, será mejor decir/ muy joven)/ algunos años antes/ de conocernos y/ recién llegado a la ciudad,/ a menudo pensaba en la vida./ Mi familia/ era bastante rica y yo estudiante./ Mi infancia eran recuerdos de una casa/ con escuela y despensa y llave en el ropero,/ de cuando las familias/ acomodadas,/ como su nombre indica,/ veraneaban infinitamente/ en Villa Estefanía o en La Torre/ del Mirador/ y más allá continuaba el mundo/ con senderos de grava y cenadores/ rústicos, decorado de hortensias pomposas,/ todo ligeramente egoísta y caduco./ Yo nací (perdonadme)/ en la edad de la pérgola y el tenis».

El libro constituye una magnífica oportunidad de acercarse a la poesía de este autor. Sospecho que, del mismo modo que esos versos suyos citados al principio, se han constituido en lugares comunes, en citas más o menos frecuentes, el resto de su obra (breve pero importantísima) es bastante poco conocida. Y la edición de Riera y Prado puede servir para acercarnos al poeta, al creador, al elegante conocedor de la más profunda tradición literaria española y anglosajona, de la que se servía para componer su obra. Estamos ante un poeta inmenso, pleno de capacidad para emocionar y también de un altísimo conocimiento técnico, lo que viene a dar como resultado una obra imprescindible.

‘Las personas del verbo’.

Autor: Jaime Gil de Biedma (edición de Carme Riera y Félix Pardo).

Editorial: Cátedra. Madrid, 2024.

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