Ventanas
La Mezquita
En noviembre asistí a la conferencia de Gabriel Ruiz Cabrero, autor del libro ‘La Mezquita-Catedral de Córdoba. Invención y réplica’. Si siempre es un hecho gozoso oír hablar de la mezquita, también siempre encuentro en las palabras del disertador algo que me hace evocar de otro modo nuestro monumento, sea por el hecho de su construcción o por las formas y maneras de aquel tiempo lejano.
La primera vez que entré en la mezquita era una niña venida desde su pueblo, Villanueva de Córdoba, en Los Pedroches, de la mano de su madre y de su padre, para su operación de amígdalas. Y aquella magnitud de columnas por las que perderme me traspasó algo más que la vista. Un bosque de columnas. Pero en las palabras de Ruiz Cabrero lo que más me impresionó fue la imagen de un gran bosque de columnas al aire, sin techumbre, como estuvo en sus inicios.
Y había, además, otro hecho. Nos acompañaba nuestro sobrino nieto Yago, nacido holandés, que está viviendo este curso en Córdoba. Con interés y alegría.
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