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singularidades y no

Lugares campestres poéticos

Recuerdos de la poesía cordobesa de los años ochenta

Grupo de poetas reunidos en 1998 en Solana del Sacristán. | CÓRDOBA

Grupo de poetas reunidos en 1998 en Solana del Sacristán. | CÓRDOBA

Córdoba

El escenario luminoso de «Sandua» en los versos de Ricardo Molina o la paradisiaca invención del nombre de los «Baños de Popea» de García Baena, fueron refugios bucólicos y relacionados con el grupo Cántico, lugares literarios, «paisajes naturales de una serranía en que se puede ser en amistad y poesía», y me recuerdan que, siguiendo esa traición cordobesa, hay un tercer lugar de vivencias poéticas, salvando las distancias y los años como fue «Solana del Sacristán», un paraje también en plena Sierra Morena, de algunos autores de la siguiente generación de los setenta en Córdoba.

Solana del Sacristán fue un lugar de tertulias, en este caso de los tres poetas de ‘Antorcha de Paja’ (1973-1983). Nace inmediatamente posterior al finalizar los años de edición de dicha revista, como si fuera otra vertiente, como un apéndice y extensión de la misma, en este caso hablada y sin páginas impresas; como en un segundo tiempo de esta publicación entre 1984 y 1987, e incluso hasta los años noventa. Esos momentos, texto y contexto, fotografías y poemas, fueron publicados en el libro ‘Poemas de Solana del Sacristán’, editado en 1998, con prólogo del profesor Pedro Ruiz Pérez. Uno de los textos de dicho libro nos dice: «La importancia de Solana del Sacristán como lugar de encuentro de los tres poetas irá creciendo hasta convertirse en el espacio mítico para ellos y en el plano de uno de sus eslóganes: amistad y poesía».

Y viene al caso porque ya han pasado cuarenta años de aquellas conversaciones campestres y días imprevisibles que se vinculan con el año de 1983, cuando estos poetas por ‘motu propio’ fueron coherentes con sus ideas y creyendo cumplidos sus objetivos y en pleno auge de la misma, llevaron a cabo el cierre definitivo y el último número de la misma. Por entonces fue llamado «el suicidio de ‘Antorcha de Paja’», en aquel titular de la prensa del momento que apareció en este mismo suplemento de Cuadernos del Sur.

También fue simultáneo con el segundo encuentro de poetas andaluces de Granada en 1983, memorable como ninguno otro, y hasta allí llegaron esos finales ejemplares acompañados por la ponencia de Pedro Roso y todos los poetas andaluces de aquellos momentos, los mayores (entonces no tanto) como los Cánticos, Vicente Núñez, Rafael Alberti, Carlos Edmundo de Ory, entre otros, junto con los que entonces éramos considerados «los jóvenes», fue en los instantes antes de nacer ‘La nueva sentimentalidad’, la poesía de la experiencia vino después.

Aristóteles ya escribió sobre el difícil logro que es la ‘verosimilitud’, elemento sustancial de un poema para que resulte creíble. No hay maridaje. La lírica y el tiempo nos salvan. En la vida y en literatura nada es comparable fuera de su tiempo natural y propio. Como la vivencia biográfica es cualidad esencial de la poesía, nos dice Borges, hablando de diálogo y poética.

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