POESÍA
El inconsciente poético
Albert Torés publica ‘33 años de inconsciente poético. Antología poética’

Albert Torés. | CÓRDOBA
En los últimos días me llegan tres nuevas entregas del poeta malagueño Albert Torés, con una larga trayectoria, y al que conozco desde mediados de los 80 cuando iniciamos la aventura literaria y de amistad en torno a la revista ‘Canente’, y en cuya colección de poesía publicaría mi libro ‘Azalea’. Albert Torés ha sido durante muchos años, gracias a su labor como poeta y crítico, un referente de la poesía malagueña desde esa década de los 80. La revista ‘Canente’, que fue en su segunda época la que más abundantemente profundizó en la lírica española desde Málaga desde sus quinientas páginas, lo catapultó al conocimiento del resto de los autores españoles de entonces. Estamos, por tanto, ante un escritor con una trayectoria digna de ser elogiada y ensalzada. Sus últimas obras son: ‘33 años de inconsciente poético. Antología poética (1990-2023)’ y, a través de su heterónimo Pablo Luis Silverio, ‘Bajo una luz diferente’ y ‘Oda al páramo de Dios’. Nos vamos a centrar hoy en su antología, que va precedida de un riguroso estudio inicial de treinta páginas del poeta, profesor y crítico Rafael Ávila, y un sintagma, «inconsciente poético», que remite al profesor Juan Carlos Rodríguez y su «inconsciente ideológico». En muchas ocasiones hemos tenido ocasión de escribir sobre su obra, sobre la que decíamos que posee una enorme riqueza expresiva, variedad formal y un tono a caballo entre el surrealismo y el barroco, si bien no es descartable su visión juanrramoniana o becqueriana cuando aborda la lírica amorosa, y en algunos momentos cercano a la poesía simbolista. Su trabajo como profesor de francés le ha permitido profundizar en la lírica de Rimbaud, Baudelaire y Mallarmé, y en la lírica francesa en general y su cultura, y esto se percibe en muchas ocasiones más desde una perspectiva vital que decadente. Pero si algo es de enorme valor en su lírica es la constante cercanía a sus mitos personales (el de Ícaro es sugerente, tanto como el de la barca o el charol), una mitomanía que tiene en la música (sobre todo del jazz) uno de sus vínculos, pero sobre todo Torés es un explorador, un investigador, de las diversas posibilidades del verbo, con una lírica muy personal que posee una singular emotividad y donde su visión sobre el mundo (descarnada, pesimista con mucha frecuencia) lo haría muy relevante si no surgiera la contrapartida del amor, la mística de los afectos como un elemento resolutivo. En ocasiones puede resultar críptico y con un aire que persigue la interpretación, ambiguo quizá, pero siempre nos vamos a encontrar con una lírica inquietante, emocionante, rítmica, en el paralelismo y las asonancias, con la memoria como elemento regulador de su actividad y con la permanente e incansable búsqueda del verbo poético.
En este libro reúne poemas de obras que yo desconocía o inéditas como ‘Tríptico del náufrago’ (1979) hasta por ‘Ángelas y suertes’ (2023), con versos de hasta quince poemarios, donde está muy presente su visión del paisaje como contexto integrador y fundamental de su obra («El ardor de una noche de verano»), el motivo del espejo unido al tiempo («Aguardan los espejos del agua/ en las sonrisas de los árboles/ o las citas con pájaros fugitivos./ La nostalgia curiosa de algún tiempo…», «Componer una balada para el lamento en el espejo de los gestos»), el naufragio vital, la necesidad de la búsqueda de la luz desde la sensación del vacío personal, la ternura («Acaso la ternura rellenando/ lunas huecas, el pálido color/ de vino se propaga por la vía,/ rechazando los mitos y las noches»), el silencio («Mientras duerma el silencio con las manos cerradas»), o la aventura del vivir con el contorno de una lírica siempre fulgurante y luminosa no ajena a la impostura y el «tiempo de charol»: «Tuvimos que inventar puestas de sol/ con ácidos y tiempos de jazmín,/ con teatros y lágrimas de muerte/ para que los amores caminaran». Sensualidad que nos advierte de una lírica plagada de claridades, voluptuosa («Nada sabía por el azabache/ de tus muslos»), pero también desgarrada al visionar una realidad aprensiva, agónica, pero sobre la que no ha perdido su reminiscencia cernudiana («¿Imaginaste la ilusión/ de ser habitado por la tristeza...?»). Una lírica que camina por el paso del tiempo y el recuerdo, por la mentira humana, por su historia («Y quise ser poeta./ Pero leyendo a Camus,/ Albert Camus,/ desistí de inmediato») como dice en ‘La aventura de mis siete vidas’ con su compañero de viaje Blaise Cendrars como guía siempre. Una lírica que mira hacia la soledad y hacia el abismo, hacia el alba («siempre es indecisa, como la libertad») y hacia esos ángeles que lloran, muy en la línea albertiana: «Poetizaba el ángel las tierras lejanas». Una lírica que estrangula el corazón, que busca el infinito, su luz y bucea en las certezas o incertezas de su tiempo, de su soledad y su memoria.
‘33 años de inconsciente poético. Antología poética (1990-2023).
Autor: Albert Torés.
Edita: Amazon. 2024.
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