POESÍA

Luz y crepúsculo de un poeta

La vida y el amor fluyen en ‘Va oscureciendo’, de Alejandro López Andrada

El escritor cordobés Alejandro López Andrada.

El escritor cordobés Alejandro López Andrada. / CÓRDOBA

La vida como «un fósforo» que se apaga demasiado pronto. Noviembre, la humedad y el frío se revelan como simbólica representación de la melancolía, de las «ruinas» de aquella lejana infancia y juventud gozosas. Son «palomas de oro los seres queridos que oscureció la luz. El título de este poemario ganador del 14º Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez, ‘Va oscureciendo’, se moldea a través de una magnífica metáfora sobre la levedad de la vida, al tiempo que se consagra como un sublime canto de amor a la naturaleza en todas sus representaciones, a los seres queridos y a la humanidad en su más amplia manifestación sensible y filantrópica.

El poeta deposita su fe en que el ser humano vuelva a reconocerse a través de la naturaleza, los antepasados y los pueblos que lo conforman. El frío es el silencio de los que no pueden ya conversar con amigos, familiares y pueblos que han quedado bajo un invierno de soledad sin la alegría de sus voces. Las «ruinas» de una niñez bajo un sol que el tiempo va desgastando hace consciente al poeta de la fugacidad de la vida y sus estragos. López Andrada se duele en una melancólica e infructífera búsqueda del antiguo resplandor de aquella infancia que solo retornará ya en la memoria a modo de exiguos fogonazos, inasibles, de aquella felicidad que se presenta ya solo de vez en cuando como regocijo evanescente que vuelve a desaparecer para dejar al autor en la soledad de este presente tan desnudo de aquellos soles y risas, de aquel regocijo tan seguro y confortable de la antigua inocencia. «La vida cruza rauda/ ante nosotros. Nuestros recuerdos ruedan como uvas/ sobre un mantel de hule». (pág. 23) comenta el poeta plenamente consciente de la inacción y la incapacidad propia del ser humano para poder detener el tiempo.

La obra ha sido merecedora del 14º Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez

Ante esta tesitura solo queda presenciar su ira, con el dolor de no poder intervenir, solo dejarlo pasar mientras nos arroja imágenes gozosas y placenteras de otros momentos; pasajes memorables de la niñez, de los amigos, de los páramos dorados de un tiempo ya lejano.

Sin embargo, Alejandro López Andrada no deja que esos seres queridos a los que tanto ha amado y que tanta dicha le han aportado lo abandonen. Atrae a sus versos a sus abuelos, a sus padres, a sus amigos, a las aves, a los espinos, a las madreselvas, a las orugas y a los mirlos, que conforman hoy un refugio seguro de aguaceros y tempestades que lo cobijan del invierno, del frío y el silencio. Es el suyo un sendero sereno, por el que la luz intermitente y escasa a estas alturas ya del camino es una espléndida metáfora de lo breve, de la fugacidad de la existencia y así nos dice en un verso: «Alumbra una luciérnaga el sendero» (pág. 26). Su voz es, además, un cálido bálsamo que acaricia con suma ternura la soledad de aquellos ancianos que quedaron desamparados frente a las fauces hambrientas de la enfermedad, en aquellos rincones grises de un pueblo, de los pueblos, hoy medio desiertos.

Despoblamiento

Testigo sensible del progresivo despoblamiento de su lugar natal, que a mediados del siglo XX comienza a vaciarse en ese épico peregrinaje de sus gentes hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades laborales, él se resiente dolorido de ese inconsolable vacío que dejan los que emigran en el corazón del campo, y en el suyo propio; una cicatriz permanente de recurrentes sombras y soles que miran al ocaso bajo un cielo aún sembrado de pájaros. Y de esta forma, López Andrada se pregunta: «¿Quién derribó este mundo antaño dulce?» (pág. 41).

El 14º Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez es el colofón de una carrera literaria plagada de premios prestigiosos: entre sus más de quince galardones están ‘Los Pájaros del frío’ (Premio Hispanoamericano Rafael Alberti y Andalucía de la Crítica); ‘La tumba del arcoíris’ (Premio San Juan de la Cruz); ‘El rumor de los chopos’ (Premio José Hierro); ‘Las voces derrotadas’ (Premio Ricardo Molina), o ‘Los perros de la eternidad’, Premio Jaén de Novela. Este mismo año ha publicado en prosa ‘Un jilguero en el ático' (Berenice) y un libro imprescindible en poesía infantil ’La niña de los luceros’.

Como el gran poeta romántico William Wordsworth, el escritor villaduqueño retorna al pasado y no reconoce en el presente aquellos álamos fulgentes que hoy languidecen en el curso extenuado de este río por el que los años navegan llevándose consigo la inocencia, «los sueños más azules», el canto de las aves y el dulzor de las manzanas. Con la humildad de los gorriones sobre sus hombros, el autor, sin embargo, deposita su esperanza en el Amor. Más allá de la humedad, del óxido y de la soledad, Alejandro López Andrada invoca al amor universal, a la fe en el hombre para que se reconozca como parte de la naturaleza, de los pueblos, de la esencia primigenia de su existencia y de su estar en el mundo.

‘Va oscureciendo’.

Autor: Alejandro López Andrada.

Editorial: Hiperión. Madrid, 2023.

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