POESÍA

Miguel Hernández, compañero de nuestros días

‘Antología de poemas y prosa con presencia de mujer’, de Miguel Hernández

Miguel Hernández.

Miguel Hernández. / CÓRDOBA

Manuel Gahete

Manuel Gahete

La admiración es el primer indicio de una serie de procesos que nos conducen desde el asombro al develamiento. En este constante hallazgo se exterioriza todo un ámbito de asociaciones que nos va atrayendo hacia el objeto de nuestra seducción. Así nos ocurre con la figura y obra de Miguel Hernández, un poeta marcado por la alegría de ser y el dolor de vivir, un hombre libre condenado a la marginación, la enfermedad y la muerte con apenas treintaiún años. Y esto es lo que justifica el libro de José Luis Esparcia, Compañera de nuestros días. Antología de poemas y prosa con presencia de mujer, dedicado a desentrañar el cardinal protagonismo de la mujer en la obra del poeta oriolano. Un libro imprescindible, ilustrado por la fértil intuición de Marta Campos.

José Luis Esparcia es un hombre comprometido con el ser humano. Su pasión por la vida lo conduce sin ambages a la magnificación de la palabra, al reconocimiento álgido de que, a través de la palabra, el mundo se humaniza y la realidad aspira a embellecerse. Es emulable su anhelo por la eticidad en indisoluble tándem con la estética, cimiento y pilar del arte. Su producción literaria (narrativa y poesía) ha merecido relevantes galardones. Además de sus colaboraciones en antologías y revistas literarias, son memorables los poemarios Canto de tierra, Septiembre, Cuadernos de Budapest, Ciudades, Diario de abril y A Córdoba. No es menos significativa su labor como crítico, habiendo escrito obras referenciales sobre el grupo Zubia de Córdoba, Antonio Hernández y Carlos Álvarez, entre otros. A lo que se suma su labor como ensayista en temas históricos y su brillante operatoria como gestor cultural y conferenciante.

Con esta edición, Esparcia nos sumerge en el universo poderoso de la identidad femenina, presencia transversal en la senda vital de todo ser humano y de una manera crucial «en la esencia poética y el mensaje caracterizador del poeta Miguel Hernández». El editor recoge e interpreta, con el experto soporte de acreditados especialistas (Riquelme, Talamás, Urrutia, Ferris) –y así lo advierte la prologuista Fanny Rubio-, la fecundidad del influjo femenino en la obra de Hernández. Esparcia va estableciendo un sistema de relaciones entre las diferentes obras del poeta y el momento histórico en que fueron escritas, siendo crucial la presencia de la mujer en cada uno de estos periodos. El primer bloque, que abarca los primeros años en su Orihuela natal, nos muestra a las mujeres que habitaron el entorno familiar y el ámbito social regido por las convenciones de la religión católica. Es el periodo de sus primeros poemas y Perito en lunas, hasta llegar a El silbo vulnerado, que inicia la segunda etapa para culminar con Viento del pueblo. Será en este momento de transformación poética y, sobre todo vital, reforzada por el encuentro y la amistad de poetas fundamentales (Neruda, Altolaguirre, Alberti o Aleixandre), donde aparecen figuras femeninas tan relevantes como María Zambrano, Concha Méndez o Concha de Albornoz, que darán un vuelco definitivo a la trayectoria personal y literaria de Miguel. El rayo que no cesa será el punto de inflexión de esta nueva y trascendente etapa. Las figuras de la madre y la novia, tan decisivas en la precedente fase literaria, quedan difuminadas por un nuevo paradigma, el de la mujer intelectual, musa platónica o solícita amiga: María Cegarra, Carmen Pastrana o Maruja Mallo serán muros interpuestos entre el poeta y la novia oriolana.

El periodo de guerra, constituido por los poemarios Viento del pueblo hasta los primeros poemas de Cancionero y romancero de ausencias, abrirá el tercer estadio en la obra hernandiana y asimismo la construcción, más real que epifórica, de la mujer que ahora integra todas sus representaciones de madre, novia, hermana, esposa y luchadora infatigable, estandarte y salvoconducto de la esperanza, significada sobre todo en Josefina Manresa, pero también en mujeres como Dinamitera o Pasionaria. Componen la última parte de esta antología los poemas del Cancionero escritos en los primeros años de la posguerra. Esparcia arguye y nos demuestra que, luz de la obra hernandiana, la mujer se yergue como protagonista de la historia, savia de vida imprescindible, sentido de la existencia, motor que atestigua y forja el impredecible futuro.

‘Antología de poemas y prosa con presencia de mujer’

Autor: Miguel Hernández.

Edita: Adeshoras, 2023.

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