ENSAYO

Una nada amistosa

‘La nada nadea’, de Jesús Zamora Bonilla

Jesús Zamora Bonilla

Jesús Zamora Bonilla / CÓRDOBA

Jorge Colmenero Jurado

En mis años de estudiante de Filosofía en la UNED una de las asignaturas más temidas de la carrera era Historia de la Ciencia. Sin embargo, el miedo mutó en experiencia reconfortante cuando el profesor Zamora Bonilla se hizo responsable de la materia. Fue algo así como una cuestión de azar providencial, si se me permite el oxímoron. Aún recuerdo sus excelentes explicaciones de la Física de Kepler, Galileo y Newton, sólo al alcance de un profesor extraordinario y con vocación.

En el libro que aquí nos ocupa, ‘La nada nadea’ -título que alude a una frase del pensador Martin Heidegger-, nuestro filósofo de la ciencia nos invita a conocer un nihilismo liberado de su cariz despectivo, un nihilismo «amigable» que, en contra de lo que muchos afirman, no consistiría en la creencia en la nada ni en creer que todo se reduce a la nada, sino que, más bien, aludiría a la defensa de que nada tiene valor absoluto, de que ninguna idea o valor ético, político o estético es incondicional o definitivo. Las dos partes en las que se divide la obra dejan claro cómo surge a lo largo del tiempo el caldo de cultivo de la perspectiva nihilista y su auténtico significado.

En la primera parte el autor destaca las distintas voces críticas de la historia del escepticismo -con nombres propios como Gorgias, Pirrón, Sexto Empírico, Montaigne o Hume- que culminan en el ateísmo filosófico de los siglos XVIII y XIX, período que nos abriría la puerta a una nueva manera de entender la vida y el mundo, esto es, a la actitud cientificista, simbiosis de dos tesis fundamentales: el positivismo, según el cual sólo son válidos los conocimientos demostrables empíricamente, y el naturalismo, que afirma que todos los sucesos del universo están regidos por leyes naturales, inviolables y universales.

Así expuesto, el cientificismo nos catapultaría hasta el nihilismo actual, un nihilismo que se sustenta en los cuatro pilares explicados en la segunda parte de la obra: el ateísmo, el determinismo, el relativismo y el materialismo. Respecto al primer pilar, Jesús Zamora estudia, entre otras cuestiones, la creciente caída de la creencia religiosa, sobre todo, en las últimas décadas, afirmando que «se ha hecho evidente que se puede vivir literalmente como si Dios no existiera y que no pasa nada malo por ello». En cuanto al determinismo, el autor califica de ilusoria la libertad entendida como libre albedrío, esto es, como «la capacidad de determinar por nosotros mismos el curso de nuestras acciones», ya que, a pesar de que el proceso voluntario de toma de decisiones existe, tal proceso está determinado o forzado, a su vez, por conexiones neuronales de las que no tenemos conciencia. El relativismo ético, tercer pilar del nihilismo, parte de la afirmación de que la distinción entre el bien y el mal es relativa, subjetiva, lo cual es más atractivo que el denominado «realismo ético», basado en la existencia de principios o valores éticos objetivos, absolutos. En consecuencia, nuestra aptitud para experimentar emociones morales como la compasión o la empatía, no sería más que una propiedad natural de nuestro cerebro adquirida de manera evolutiva, y no una prueba de que los valores morales que afirmamos sean propiedades intrínsecas a la realidad. Respecto al último pilar, el materialismo -habitualmente vinculado a valores superficiales y al consumismo-, el profesor Zamora no entiende las críticas que desde hace siglos viene recibiendo el capitalismo -considerado como un animal depredador, como un símbolo de la injusticia-, y se posiciona en favor del disfrute de los placeres materiales que nos proporciona, precisamente, el consumismo capitalista, un goce tan valioso que nos infunde dignidad, inciso este último, en mi opinión, más que discutible desde el punto de vista filosófico.

En definitiva, la aceptación de un nihilismo amigable como el aquí descrito nos proporcionaría sentidos de la vida mínimos, intrascendentes y superficiales, metas humildes que pueden llevarnos a una felicidad material sensata y no a la frustración en la que suelen desembocar los proyectos de vida narcisistas y elitistas.

La verdad es que esta propuesta de modus vivendi que defiende el autor, tan cómodamente instalada en el sistema capitalista y tecnológico que nos rodea, puede que tenga algo que ver con su habitual tono irónico y, a veces, provocador dentro del circuito filosófico de nuestro país. Todo genio y figura, mi amable profesor de la universidad.

‘La nada nadea’

Autor: Jesús Zamorano Bonilla

Editorial: Deusto. Barcelona, 2023

Suscríbete para seguir leyendo