Algunas historias de enorme fuerza narrativa tienen un inicio aparentemente tierno, aunque ya dejan ver, desde sus primeras páginas, un sugerente hilo de misterio que va tirando sin pausa del lector hacia un final certero e inesperado que cierra el círculo de un modo magistral. Pero hasta llegar a ese sólido final van abriéndose a lo largo de la obra -y éste es el caso- senderos narrativos perfectamente trazados y diseñados por los que uno discurre embelesado, encandilado por la delicadeza y la emoción febril de un argumento que ‘En la boca del lobo’, desde sus primeras páginas, anuncia y promete una resolución certera que da a la obra sentido y solidez.
En su libro anterior, ‘A corazón abierto’, Elvira Lindo narraba con fluidez y una pasmosa naturalidad un relato trenzado con las mimbres vigorosas de vidas mecidas en los brazos del pasado de un país recostado en la bruma del dolor. La historia empezaba de un modo sugestivo que te soldaba a la fibra del relato: «Mi hermana y yo sentadas frente a ellos: mi padre y su compañero de habitación». Ahí, en ese comienzo, está la semilla que preludia una historia de amor y dolor, de sombra y luz, rasgada por un fulgor de terciopelo que acaba embriagando los ojos del lector. Ahora, en su nuevo libro, ‘En la boca del lobo’, el comienzo es tal vez aún más literario, pero tiene en común esa poética fluidez que nos va conduciendo a través de un bosque cálido de emociones e ideas sutiles, fascinantes, de miradas y palabras, de instantes memorables y escenas vividas por la protagonista, Julieta, una niña sensible, singular, de alma caleidoscópica que viaja a la raíz de un mundo atávico donde halla el origen difícil de su madre y el magnético halo de dos míticas mujeres, Emma y Virtudes, con las que sintonizará e irá descubriendo misterios de la vida que la harán madurar en un ambiente sugestivo, un pequeño universo de ámbito rural: «Entramos en La Sabina con las ruedas levantando una nube de polvo. Una placa celebraba a nuestra derecha la llegada del alumbrado eléctrico: 2001... Once habitantes contaba la aldea entonces, que parecían estar informados de nuestra llegada porque fueron saliendo de sus casas a nuestro paso, haciendo visera con las manos para protegerse del sol a esa hora ardiente del mediodía» (pág. 25). He querido citar este fragmento del relato para reseñar la enorme habilidad que tiene su autora para dibujar la atmósfera hechizada de un lugar de aromas atávicos y poéticos por el que irán deambulando con fluidez, dando saltos en el tiempo, trazando instantes extraordinarios, las protagonistas esenciales de la historia (Julieta, Emma, Virtudes y Guillermina) componiendo un ‘collage’ narrativo cincelado por la luz de la ausencia, el miedo y el rencor.
La novela comienza con el viaje de una niña y su madre, muy joven, al pueblo de esta última donde van a pasar las vacaciones de un verano que va a transformar de raíz la realidad y la relación de la pequeña con el mundo, pues durante esos días de estío en La Sabina la protagonista, Julieta, aprenderá junto a Emma y Virtudes, dos mujeres excepcionales, muy bien dibujadas por Elvira Lindo, que la vida está llena de recodos y barrancos, de veredas siniestras que se adentran en la espesura desoladora y agreste del dolor. No obstante, la niña, aunque halla en Emma y en Virtudes dos referentes y modelos de mujer para aferrarse al rincón de La Sabina, vislumbra en su madre, a la que acepta fatalmente, aunque nunca entiende del todo, leves rasgos de alegría colapsada, hendiduras espirituales labradas por un desorientado gozo al que la niña se aferra sin pudor: «La risa de mi madre era lo mejor que había en ella... Apagábamos la luz y la oscuridad era tan espesa que no nos veíamos las manos. Mi madre comparaba la negrura de la noche en la aldea con una morcilla de pan, negra y densa. Escucha, me decía, en la ciudad llaman a esto silencio pero está plagado por el canto de los grillos, el de la lechuza o el búho, el del gato que llora como un niño desconsolado...» (pág. 31). Descripciones tan lindas y poéticas como ésta se salpican y suceden a lo largo del relato creando esa atmósfera, a la que aludíamos antes, de aroma hechizado, umbrío, misterioso, que envuelve a los personajes que transitan por una historia cercada por el aire del desencanto y la fatalidad. No en vano el lector descubre finalmente cuál es esa boca del lobo metafórica a la que se asoma la niña de este libro, cayendo al final, sin remedio, entre sus fauces.
Novela de iniciación y, al mismo tiempo, de ambiente rural y referencias ancestrales, ‘En la boca del lobo’ sitúa a su autora, Elvira Lindo, entre las grandes novelistas intemporales de este país: Carmen Laforet, Ana María Matute -la lírica prosa de Elvira la recuerda- y Carmen Martín Gaite. La autora de este relato nos presenta un manojo de personajes vulnerables, de alma limpia y profunda, a los que la vida va arrastrando como mece la brisa en los cielos del verano el aleteo veloz de los vencejos que, en círculos, trazan cuerdas invisibles alrededor de las torres y campanarios hasta que, por desgracia, tocan tierra y tropiezan con una dura realidad que les impide de nuevo alzar el vuelo. Marieta, la protagonista de esta historia, levanta las alas e intenta alzar el vuelo después de una dura experiencia, el gran secreto que guarda esta hermosa y bellísima novela que cualquier buen lector nunca olvidará.
‘En la boca del lobo’.
Autora: Elvira Lindo . Editorial: Seix Barral . Barcelona, 2023.
‘MANOLITO GAFOTAS’ Y MUCHO MÁS
Desde la publicación de su novela ‘Una palabra tuya’ (2005), con la que obtuvo el prestigioso Premio Biblioteca Breve, la autora gaditana Elvira Lindo, aunque ya antes había dado a la luz dos excelentes títulos (‘El otro barrio’, 1998, y ‘Algo más inesperado que la muerte’, 2003) demostró su enorme capacidad de construir historias narrativas suculentas y genuinas en un estilo terso y limpio, creando un universo literario atractivo y muy personal que venía a ensanchar aún más su labor como escritora de literatura infantil o juvenil, donde destacó con la famosa serie de historias narrativas protagonizadas por Manolito Gafotas, el personaje literario infantil más conocido y reconocido en nuestro país, un chaval simpático, curioso y dicharachero que entró en el corazón, y las vidas, de miles de niñas y niños españoles. Con ‘Manolito Gafotas’ obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, siendo tan famosa y aclamada la serie que fue trasladada a la gran pantalla con un éxito notable.
Por otro lado, Elvira Lindo también ha destacado y destaca como columnista de prensa, ofreciendo al lector sus espléndidas crónicas de ‘El País’ en el volumen ‘Tinto de verano’ (2001) y otros dos libros más. También ha dado a la luz un volumen muy singular, ‘30 maneras de quitarse el sombrero’ (2018). Y hay que resaltar su labor como guionista de cine, habiendo conseguido premios de carácter internacional. En este campo ha escrito y codirigido con Daniela Fejerman la película ‘Alguien que cuide de mí’ (2023).