ENSAYO

Vivir en la paradoja

‘Incontinencia del vacío’, el nuevo

libro del provocador Slavoj Zizek

Slavoj Zizek.

Slavoj Zizek. / AMREI-MARIE

Jorge R. Colmenero Jurado

En estos tiempos de sumisión al poder de lo políticamente correcto, no podía ser otro que Slavoj Zizek el que nos recordara aquel pasaje de la ‘Fenomenología del espíritu’ de Hegel en que se pone de manifiesto la doble función y fracaso del pene: de un lado, expulsa esperma, de otro, orina. Se trata del significado de «incontinencia» al que alude el autor, y que muestra una doble contradicción o imposibilidad: la de reprimir la orina -residuo de la vida orgánica-, y la de controlar el apetito sexual -generador, en última instancia, de la misma vida orgánica-. Este doble binomio refleja la hegeliana coincidencia de opuestos de la noción de «incontinencia del vacío», expresión que da título a la ingente obra que aquí nos ocupa, sobrevolándola hasta el final.

Lo cierto es que el pensador esloveno, a través de una amalgama de fuentes variopintas que van desde la novela y el ensayo hasta una lista innumerable de películas y series televisivas, pone en liza múltiples cuestiones bajo una lente policromática que aúna la dialéctica hegeliana, el psicoanálisis de Lacan, la crítica económico-política marxista o el pensamiento posmoderno -Deleuze, Derrida, Badiou, etc.- . Con este instrumental epistemológico, nuestro excéntrico filósofo chapotea en un universo temático muy amplio y heterogéneo: el misterio de lo real, la diferencia sexual y su analogía con el antagonismo de clase, la teoría de género, el poshumanismo, la relación del psicoanálisis con la ciencia moderna, la alienación y plusvalía capitalistas, el valor de «culto» de la mercancía, la teoría del trabajo en Marx y Freud, la precariedad en el capitalismo, la relación entre sexo y amor, el solapamiento entre ateísmo y teología, etc. Sin embargo, este sinfín de ideas tan diversas goza de un hilo conductor que ocasionalmente se hace visible. Nos referimos a la tesis de que la realidad surge de su propia imposibilidad.

En efecto, Zizek parte del axioma lacaniano «la relación sexual no existe», esto es, la unión sexual es incompleta porque el objeto-causa del deseo (el «objet petit a») no puede alcanzarse, no es nada empírico, es a-sexual, no se encuentra en el espacio de la sexualidad, sino que es insertado en la realidad por el propio amante. Desde el punto de vista ontológico, dicho axioma implica que el propio ser, lo Real -que según Lacan escapa al universo simbólico del lenguaje y la cultura- lleva dentro la contradicción, es imposible como totalidad única. La verdad es que este último aserto quedará justificado en un inesperado apéndice sobre física cuántica.

«...el abismo de la contradicción es el motor del capitalismo, del sexo y de la realidad...»

La subjetividad humana como singularidad en un mundo de objetos solo puede surgir en aquella realidad incompleta, en ese «Uno barrado», y el «objet a» puesto por el sujeto «no es algo que llena el vacío, es la materialización de este vacío en cuanto tal, su sustituto», es decir, sería el negativo de la realidad, lo que es menos que realidad, la materialización del vacío en cuanto horizonte de objetividad, de ahí que sea análogo al objeto trascendental kantiano.

En el marco del análisis del «capitalismo postpatriarcal» actual, Zizek tomará también de Lacan la tesis de la homología estructural entre la plusvalía de Marx y el «excedente de goce» vinculado al «objet a», excedente que alude a la intensificación del placer proporcionado por los desvíos formales -perversiones, actos neuróticos- que lleva a cabo una persona en su camino circular y esfuerzo interminable por alcanzar aquel objeto, la «causa oscura» y fin huidizo de su deseo. De igual manera, el capitalismo se ve impulsado hacia su autorreproducción incesante debido a que está atascado en su propia brecha o contradicción, atrapado en un círculo cerrado de reproducción: «La limitación del capitalismo es la base de su fuerza, pues cuanto más está en crisis más moviliza su dinámica para superarla», persiguiendo el excedente de goce que es la plusvalía.

En definitiva, el abismo de la contradicción es el motor del capitalismo, del sexo y de la realidad en cuanto tal. Esta última, al surgir de su propia castración o imposibilidad, no puede llegar a ser lo que debería ser, ya que el deber ser, la moralidad, pertenece al ámbito no de lo imposible, sino de lo posible. Por tanto, la aporía ética se adentra en la paradoja ontológica. En este sentido, el final del libro abre la puerta a un futuro programa ético algo más que problemático, lo cual no es de extrañar, ya que, para Slavoj Zizek, vivimos inmersos en la incontinencia del vacío.

‘Incontinencia del vacío’.

Autor: Slavoj Zizek . Editorial: Anagrama . Barcelona, 2023.

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